Mírenlo ahí, manojo de pelos y hedor, vísceras ya secas expuestas al espectador que incauto avecina la marcha hasta donde se encuentra el pequeño animal olvidado por la sociedad.
Ya nadie dirá que es pequeño y hermoso, su colita no menea, sus ojos no brillan. De hecho no sé dónde tiene la cabeza tampoco las patas, pero sé que está ahí.
Tal vez su alma a nadie nunca le importó, sólo su apariencia física. Por eso es que cuando cayó enfermo nadie le prestó ayuda, sino que lo orillaron hasta la muerte más dolorosa. Esa que se vive en soledad y dolor agudo, el que te obliga a agonizar semanas antes de que el Ser Supremo se apiade de él y lo recoja del inmundo planeta ¿Por qué? Yo te lo diré, porque a nadie le importa el prójimo si no le sirve para sacar algo de provecho. Animal enfermo sólo causa molestias y gastos, no es humano por ende no merece ser tratado con dignidad.
Debemos dejarlo donde nadie lo vea, que los vecinos no se enteren de que teníamos un perro enfermo sino comenzarán a hablar.Y tú observas el pellejo roído del animal alguna vez vivo y piensas en lo desagradable que te parece, en que debería llevárselo el camión de la basura para que no se convierta en un foco de infecciones.
Yo te acuno pequeño cuerpo mortecino, peinaré el pelaje yerto y sin brillo, hundiré mi nariz en lo que alguna vez fue tus orejas. Pequeña criatura que envió el último aliento para hallar al que le ofreció protección en edad temprana, ahora desconocido, recuerdo vago de un occiso.
De seguro ya tiene otro juguetito, de seguro sonríe y abraza a un animal recién nacido, lo aprieta contra el pecho y le dice que sea buen chico. Que no crezca ojalá, que no se enferme, no le gustaría tener que meterlo a una bolsa plástica para lanzarlo al río, no… eso no. Porque ya lo hizo una vez… y de pronto se recuerda de lo difícil que le pareció hacerlo, pero después de que lo hubo realizado ya no había vuelta atrás por lo que sólo le queda consolarse pensando en que nunca más lo hará.
Sigue apretando al pequeño animal que parece gemir debido a la cercanía con el “humano”, imagina que es uno de tus hijos, imagina que alguien le obsequia dulces, que lo lleva hasta su casa para terminar maniatándolo y aprovechándose de su joven humanidad antes de destrozar su cuerpo. Así lo separa en diferentes bolsas oscuras para dirigirse a un lugar alejado con el fin de lanzarlo al mar, a un barranco, a un agujero en la tierra.
Que desaparezcan las pruebas incriminatorias. Si te sucede, no llores… aprende de la madre del cachorro pues ella no lo hizo, como es animal sólo se dispuso a tener otra camada para contentarte, para que puedas sentirte un buen samaritano al llevar otro crío suyo a tu casa y completar así el círculo.