martes, 22 de marzo de 2011

Dear Japan









Dear everyone in Japan;
Please stay strong against
the earthquakes and tsunamis.
The whole world is praying
for your safety.







Taken from Usan-Hokaru

Rakso v/s Rai

¿Respiraba o jadeaba?, daba igual, su cuerpo comenzaba a sudar, sentía las gotitas rodar por su piel canela. Entrecerraba los ojos y miraba al felino sin poder evitar relamerse los labios como si ya fuese a saltarle encima para cogerlo de diferentes maneras, no obstante, su puta pierna le dolía, no pudo más que llevar una de sus manos hacia la zona para amasarse los músculos como si de una masa se tratase. Respiró hondo esta vez, sonora y completamente compenetrado en lo que sus pensamientos eran. Su mirada encendida delataba el calor interno tanto por la actividad física como por los pensamientos sucios que le provocaba la escena de ver al pálido hombre en el suelo revolviéndose o teniendo contracciones musculares involuntarias.

Trató de moverse hacia un costado, pero ahora que su cuerpo había estado un par de segundos sin movimiento, había quedado como congelado, atrapado debido a los aguijonazos de dolor, los tendones de la pantorrilla tan rígidos que los calambres no le permitían siquiera pensar en moverse por lo que sólo quedó mirando a su contrincante moverse lentamente, como si con el cabello barriera el suelo por donde antes él hubo caminado con el fin de alejarse – ¿Pensar? – Sonrió relamiendo sus labios con una sonrisa de satisfacción a la vez que soltaba las cuerdas y con un movimiento de manos le invitaba a acercársele. Obviamente que pensaba, en ese cuerpo de buena complexión física, en esa melena sedosa y la fragancia al sudor de esa persona que tenía por delante y que de seguro le sacaría la mierda a patadas en unos cuantos segundos más – Ohhh Rai… cállate y haz lo que tengas que hacer -.

Se impulsó un poco para separarse de las cuerdas, un saltito bastó pero no lo suficiente puesto que el otro, a pesar de haberlo dejado tirado en el suelo había hecho acopio de todas sus fuerzas al parecer, puesto que venía tan veloz que ni esquivarlo pudo. El golpe fue certero y potente, tanto que su protector bucal saltó por los aires impulsado por el aire y la saliva que salieron impulsadas de su boca. Hasta sus ojos se abrieron por completo casi desbordándose de las cuencas oculares. Sintió ser arrastrado por el puño del gato que venía como el fuego para quedar colgando en las cuerdas, con los brazos en ellas enredados. Pero su cuerpo sólo había reaccionado como un chicote, puesto que ahora se desplomaba en el suelo de rodillas tosiendo con fuerza y agarrándose el vientre, justo donde el otro había golpeado.

No prestó atención a lo que hacía Rai, eso le pasaba por actuar de prepotente cuando no era nadie aún, ahora le tocaba un poco de su propia medicina, el maestro le daba una buena lección y a él sólo le quedaba recibirla de buena gana, puesto que si no le gustaba, tenía que aguantarse con la boca cerrada.

Sintió ganas de partirle la espina en dos, rodó los ojos para clavar sus pupilas cual dagas en la mollera contraria, escupió a un costado y se llevó el dorso de la mano hasta la boca para recoger los hilos de saliva que aún resbalaban por su mentón a la vez que no dejaba de respirar hondo, con el cuerpo adolorido, mucho más en el vientre, ya era la segunda vez que le golpeaba en la misma zona. Si no tuviese buena musculatura a esta hora estaría devolviendo sus órganos internos sobre el suelo de ese cuadrilátero, pensó.

La vista se movió de un costado a otro, así como la cabeza del pelinegro mientras observaba a la gente en rededor, cada vez aparecían más y más idiotas a observar el espectáculo gratis y en eso se vio siendo arrastrado por las manos del albino quien lo alzaba para dejarlo de pie, a medida que subía, espiraba el aroma masculino del otro y por dentro sonreía pensando que aún no lo cogía y ya lo tenía mojado. Sus manos apoyó en la pelvis del gato y sí, notó que la ropa ya estaba húmeda en sudor, sintió ganas de lanzarlo al suelo y violarlo, pero un nuevo retorcijón lo hizo inclinarse un poco y retroceder tambaleante.

Nuevamente, las manos pálidas de Rai apoyadas en su cuerpo, no – ¡MIERDA! – No se había apoyado en el moreno, sino que lo había agarrado de la ropa y lo había catapultado hasta el suelo, se retorció de dolor, la columna se había arqueado como defensa natural y en ese preciso momento, cuando abría los ojos, lo vio cayendo directo a su cuerpo, cerró los ojos y sintió el golpe seco en su abdomen. Tosió expulsando saliva que de seguro y hasta había chocado contra la melena del peliblanco – Ja… ja… Ahhh… - se retorció en el suelo como un gusano de mierda mientras se agarraba a dos manos el vientre intentando no respirar, si hasta el hecho de pensar le dolía.

No le respondió, a nada de lo que el otro le decía, puesto que no iba a estarle comentando que sólo pensaba en tenerlo en cuatro si ahora el que estaba cagado en el suelo era él. Tendría que hacer algo para callarle la boca. El timbre se escuchó y respiró hondo antes de estirarse en la lona.

Sintió las pisadas, de seguro los fans del señor don gato yendo por su super héroe con el fin de llevarlo a su trono y darle su platillo de leche o tal vez natilla. Pegó la mejilla al suelo. El dolor se acrecentó en todo su cuerpo cuando intentaron levantarlo, no por ello se quedó en el suelo. Empujó a los demás tratando de mantener su orgullo, no iba a dejar que nadie lo cargara como si él fuera un bulto – Ya mierda, déjenme! – masculló cansado y avanzó arqueado hasta su rincón para dejar que lo revisaran.

Gente que ni había visto en su perra vida lo atendía, le quitaron la camiseta que llevaba y notaron los moretones que comenzaban a marcarse en el vientre del moreno. Agua para que beba, hielo para la zona dañada y medicamento, sí… supuso que esa mierda amarga que le dieron era algo para que no doliera tanto o tal vez veneno, lo escupió a un costado y se levantó para agarrar la cubeta de agua que tenía a un costado, la alzó y dejó caer el líquido libremente sobre su mollera para que el agua barriera todo su cuerpo. El vaho se elevaba desde su cuerpo delatando la temperatura corporal, tenía los músculos calientes y mostraba una mueca mezcla de odio y deseo para con el adversario. Escupió nuevamente el piso como dándole a entender que a pesar de que barriera el piso con él, no estaba dispuesto a dejarse vencer.

Y nuevamente el timbre anunciando un nuevo round, mucho más agotado y adolorido, sin embargo, más despierto que en los anteriores asaltos. No esperó ni a que los demás se alejaran del gato, se echó a correr contra ellos y saltó para aterrizar con una rodilla en el torso de Rai - ¿Te gusta? – Sonrió y se sostuvo de las cuerdas sin permitirle separarse del poste donde la banca del otro se encontraba, así presionó el torso y del gato con su rodilla, con tanto movimiento de Rai, el cuerpo resbaló y su rodilla terminó ejerciendo presión contra el cuello, con fuerza uno, dos y tres veces le machacó las cervicales contra el poste.

Y no contento con eso, se impulsó con las manos desde las cuerdas para enredar sus piernas en el cuello del líder y de este modo arqueó su espalda hacia tras cayendo de espaldas y torciendo el cuerpo de manera que una de sus manos se apoyó contra el suelo con el fin de no golpearse la cabeza y así mismo, para impulsar al otro por el aire, sobre su cuerpo, lanzándolo como un látigo contra el piso.

Respiró cansado, sentía que el mundo le daba vueltas y que la columna le dolía, no obstante, hizo de tripas corazón para levantarse e ir a la caza de su presa, cayó de lleno sobre el otro con un codazo en sus costillas - ¿Querías potencia? – escupió a un costado y lo volteó boca abajo para coger las muñecas de del felino y luego se paró en las nalgas de éste para tirar con fuerza – ¡RÍNDETE! – Lo obligó a arquear su cuerpo hacia tras, pronto uno de sus pies estaba apoyado entre los omoplatos de su víctima, cruzó los brazos del albino tras sus espaldas sin dejar de tirar para provocar aún más dolor – ¡Que te rindas mierda! – cegado por la sed de lucha.

Nookie










Camile~

El arrebato contrario no hizo más que confirmar sus dudas, sí… ese que tenía por delante no hacía nada más que ponerse una mascarada fría y enigmática cuando era igual a los demás, necesitaba descargar sus bríos y… quién mejor que un “pobre e indefenso” pet. Abanicó el cortinaje de pestañas mientras le escuchaba, con mirada atónita, mirada que delataba delicadeza e incluso ingenuidad, con esos labios hinchados y humectados por la saliva – ahh… - suspiró justo sobre sus labios sin llegar a toparlos con los contrarios mientras dejaba descender los velos de piel sobre sus orbes oceánicos. Absolutamente teatral, dejándose acariciar, dejándose mancillar a través de verbos y miradas, caricias delicadas provenientes de la boca cercana, esa que parecía cántico y a la vez lúgubre tonada.

Sintió entonces el roce contra la boca ajena, cayendo el cortinaje de pestañas para cubrir por completo los ojos endulzados. El cuerpo bajó hasta donde los pies del élite se hallaban, mas no le besó, sólo permaneció con la cadera apoyada de costado y las piernas recogidas ligeramente, como si sentado sobre nubes permaneciera, los dedos aparentemente frágiles postrados en rizadas morisquetas con el fin de no resbalar por el frío suelo mientras él escondía el azorado rostro, las mejillas irrigadas del vicio rojizo candoroso de la ¿vergüenza?, o de la ¿inquietud el alma?

Lo dejó hablar, le permitió envalentonarse antes de que la figurita sin alas alzara la vista hacia donde la contraria estaba para meditar en silencio – El cielo… oyendo continuamente tus preces - elegante alzó su cuerpo para quedar sobre sus pies como si flotara por sobre el suelo – Vuelve a ofrecerte parte de lo que deseas vivir… - y así sonrió antes de retroceder con ambas manos pegadas a la espalda. Mirándolo a los ojos con deleite, como si ya con eso hubiese ofrendado amor, no de aquel que todos suspiraban, sino uno intenso, caliente, uno que devoraba a pesar de no haber contacto entre ambos. Deseo irrefrenable y angustia de no haber dermis recorrida por racimos de besos delirantes. Ya ni sus zapatos se escuchaban en el suelo cuando avanzaba, pues casi un espejismo aparentaba ser.

Se dejó reclinar entonces en uno de los sillones más largos – Avanza… - movió una de sus manos como danzando la misma por sobre sus vestimentas, resbalando en delicadas marejadas que no hacían más que arrugar las prendas sobre su dermis – si dudas… espera – se relamió los labios con los ojos entrecerrados y luego se sentó como si nada sucediera.

Le interesaba, le atraía, parecía atrapado y a la vez tan desinteresado que le demostraba lástima, pues entendía la sensación que debía atacar aquella alma atribulada. Ambos, pájaros incautos cayendo en las trampas de la vanidad, el orgullo y la ansiedad de más, más… más…

Tan jóvenes, tan varoniles y a la vez tan perfectos, con frecuencia a hurtadillas se coqueteaban sin desearlo, o tal vez buscando conseguir algo de ello, rendidos al mutuo encanto. Le dedicó una sonrisa leve, tierna como llanto de ave.

Movió una de sus piernas y fríamente llevó las manos a acomodar los cordones de sus bototos antes de levantarse para ir por un trago – Sentí el impulso de tu acento, deseé que me atravesaras… - rodó los ojos mientras vertía melosamente el licor sobre una copa – traspasé las murallas del infierno y sin miedos te esperé… - sonrió entretenido antes de depositar aquella botella en la mesa. Sostuvo la copa entre dos dedos para encaminarse hacia el sillón donde estaba el pelinegro, se inclinó y le dio a olfatear el contenido del cristal – La fiera angustiada permanece quieta… la fiera prefiere el suplicio eterno – entrecerró los ojos y alzó su cuerpo para beber por completo el elixir entre sus dedos, antes de lanzar con fuerza la copa al suelo y escucharla partirse en miles de fragmentos.

- ¡Quieran los cielos palpar mi dicha en este momento! -

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