lunes, 19 de septiembre de 2011

Monk




Tatsuha Uesugi (c) Maki Murakami
Art (c) me


Hace tiempo tenía ganas de dibujar a Tatsuha con su ropa de monje, ahora bien creo que no me quedó muy parecido *llora* pero igual me gusta como me quedó el dibujo.

Monster - Proyecto septiembre: Fotografía



Mírenlo ahí, manojo de pelos y hedor, vísceras ya secas expuestas al espectador que incauto avecina la marcha hasta donde se encuentra el pequeño animal olvidado por la sociedad.

Ya nadie dirá que es pequeño y hermoso, su colita no menea, sus ojos no brillan. De hecho no sé dónde tiene la cabeza tampoco las patas, pero sé que está ahí.

Tal vez su alma a nadie nunca le importó, sólo su apariencia física. Por eso es que cuando cayó enfermo nadie le prestó ayuda, sino que lo orillaron hasta la muerte más dolorosa. Esa que se vive en soledad y dolor agudo, el que te obliga a agonizar semanas antes de que el Ser Supremo se apiade de él y lo recoja del inmundo planeta ¿Por qué? Yo te lo diré, porque a nadie le importa el prójimo si no le sirve para sacar algo de provecho. Animal enfermo sólo causa molestias y gastos, no es humano por ende no merece ser tratado con dignidad.

Debemos dejarlo donde nadie lo vea, que los vecinos no se enteren de que teníamos un perro enfermo sino comenzarán a hablar.

Y tú observas el pellejo roído del animal alguna vez vivo y piensas en lo desagradable que te parece, en que debería llevárselo el camión de la basura para que no se convierta en un foco de infecciones.

Yo te acuno pequeño cuerpo mortecino, peinaré el pelaje yerto y sin brillo, hundiré mi nariz en lo que alguna vez fue tus orejas. Pequeña criatura que envió el último aliento para hallar al que le ofreció protección en edad temprana, ahora desconocido, recuerdo vago de un occiso.

De seguro ya tiene otro juguetito, de seguro sonríe y abraza a un animal recién nacido, lo aprieta contra el pecho y le dice que sea buen chico. Que no crezca ojalá, que no se enferme, no le gustaría tener que meterlo a una bolsa plástica para lanzarlo al río, no… eso no. Porque ya lo hizo una vez… y de pronto se recuerda de lo difícil que le pareció hacerlo, pero después de que lo hubo realizado ya no había vuelta atrás por lo que sólo le queda consolarse pensando en que nunca más lo hará.

Sigue apretando al pequeño animal que parece gemir debido a la cercanía con el “humano”, imagina que es uno de tus hijos, imagina que alguien le obsequia dulces, que lo lleva hasta su casa para terminar maniatándolo y aprovechándose de su joven humanidad antes de destrozar su cuerpo. Así lo separa en diferentes bolsas oscuras para dirigirse a un lugar alejado con el fin de lanzarlo al mar, a un barranco, a un agujero en la tierra. Que desaparezcan las pruebas incriminatorias.

Si te sucede, no llores… aprende de la madre del cachorro pues ella no lo hizo, como es animal sólo se dispuso a tener otra camada para contentarte, para que puedas sentirte un buen samaritano al llevar otro crío suyo a tu casa y completar así el círculo.

martes, 13 de septiembre de 2011

Masks



Sabe bien que le está mirando, es tercera vez que sus ojos se cruzan. Los ajenos parecen distraídos en un vaivén oscilante entre los músicos y los demás asistentes antes de regresar por escasos segundos a aquel que le mira galante. Abanica las pestañas e inclina la frente antes de sonreír con garbo y picardía, se encamina hacia la salida, hacia el balcón que todo el rato ha estado custodiando con el fin de que nadie interrumpa.

La invitación tácita había sido enviada y el receptor había entendido muy bien el objetivo de aquel encuentro “casual”.

Impertinente pero… sincero. No deseaba provocar mayores molestias por lo que se apresuró.

Ella mucho más ingenua, tal vez mucho mejor actriz que las demás “doncellas” del lugar. Tomó las manos del caballero luego de que la tomara como a una meretriz y de las más baratas que se pudiese encontrar. Pues… qué más barato iba haber que un encuentro de primera clase y por costo cero.

Así presionó suavemente sus nudillos y le besó la mejilla antes de soltar sus manos con el fin de recorrer la parte trasera de su cuello, acomodó los últimos botones de su vestimenta ¿Qué otra opción tenía? Debía dejarla como la había encontrado o terminaría atado por toda la vida a aquella pícara.

Aquella que había probado a toda la corte, que de seguro conocía las medidas de cada uno de los presentes y que se regocijaba en conocer quiénes eran los que tenían mejores dotes… “dotes”.

Se sonríe y muerde la punta de uno de sus guantes antes de acomodar uno de los bucles que se ha soltado de las pinzas que decoran su peluca. Así se dispensa para regresar a la fiesta donde comienza a coquetear con otro caballero.

La idea es averiguar la identidad de cada uno de los señores tras las máscaras.

Dolls




Prendidas antorchas desfilaron en raudales de encolerizada población en busca del señor de la penumbra.

Giró la página del antiquísimo ejemplar de la Biblia que sostenía entre las manos antes de alzar la vista y llevarla hasta la mecha danzarina de la delgada vela que actuaba de acompañante. Suspiró. A lo lejos se escuchaba el clamor de la gente y no le interesó en lo más mínimo. No, él estaba absorto releyendo citas de años anteriores que más parecían ser descripciones de un amante. Rigurosos sus labios parecían danzar, parecía embeberse de cada palabra releída con deleite. Sonreía y meneaba la pierna que sostenía en la contigua.

Volvió a girar una nueva página.

Letras, letras, verbos, promesas de delicias frescas. Entidad amante del ocultismo y de la propia palabra divina. Gozaba del abrazo para con la religiosidad y así mismo con todo aquello que fuese renegar de la misma.

Besó la cubierta del roído cuero que cubría el texto bendito una vez antes de escuchar los aullidos de los perros.

Esbozó una sonrisa.

Ligereza al menear la cabeza, largos mechones ensortijados se convertían en riachuelos de sangre oscura que se iba perdiendo entre las rendijas del suelo. Sólo las vestiduras sobre el piso hicieron de mudo testigo de la presencia del vampiro.

Ente desgastado y curcuncho que gustaba de saborear carne tierna de niños, mucho más si venían en pares.

- ¡Allí está, lo vi por ese costado! -

Ingresaron a la habitación derribando la puerta de cristal. En el fondo del cuarto un niño diminuto sentado al costado de una chimenea ricamente decorada en tonos dorados.

- Está dormido - Se extrañaron.

Más sólo era el cascarón de un muñeco alguna vez vivo. Todas las vísceras habían sido removidas con el fin de alimentar a su anfitrión ahora... prófugo de la justicia.

martes, 6 de septiembre de 2011

Everything


No pasaron ni tres minutos luego de que las palabras volaran de mis labios, sacudió su melena ensangrentada y brotó espada lánguida de entre sus ropajes escasos antes de que la decapitación del centenar de personas comenzara.

Las miradas horrorizadas de los últimos espectadores que ya corrían en búsqueda de resguardo quedan aún en mi retina. La cantarina carcajada que hacía eco en todo el lugar, tu risa, contagiosa.

Debo admitir que comencé a reír de igual forma.

- ¿Sabes que te quiero?

- Eres mío.

- ¿Sabes que te quiero?

No hubo respuesta más que el deslizar de su pulgar por mi mejilla, delineando línea gruesa y escurridiza hasta mis labios donde el dígito se perdió y halló mi lengua.

Sabía metálico, sangre de varias personas ya muertas.

Por suerte, así no tengo que escuchar sus chillidos de moribundos patéticos. Ahh... que gente más escandalosa. Si están vivos, alegan porque lo están, si están muriendo... alegan porque no quieren fallecer ¿Por qué no se deciden?

- ¿En qué piensas?

- En lo mucho que me gusta cuando silencias al mundo para oír tu respiración.



Factores extralingüísticos



Me embarga la alegría de verte releyendo hojas muertas de poesía, saber que disfrutas de la verborrea que derramaba cada vez que pensaba en tu persona.

Ahora ya no estoy más y no volveré. Porque así lo quisiste en el momento de partir.

En el instante de mirarme como a un desconocido y ya no sonreír más ante mis aburridos comentarios sobre la metodología de enseñanza que ostentaban los profesores de lengua.

Ahh... que acaloradas noches en tu compañía.

El tintero se volcaba y las páginas mancilladas por aquel líquido negruzco eran dispersas por el mesón al son de las... embestidas.

Factores extralingüisticos que gustábamos saborear.

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