miércoles, 29 de diciembre de 2010

Vortex



Vortex (c) Me

Estoy bosquejando un amiguito para Pfer... sí, se puede sentir solito, ahí harán una fiesta con el Sebastian xD

Tal vez este muchacho termine siendo un dolor de cabeza... espero que lo sea.

sábado, 25 de diciembre de 2010

X-mas presents


Para Cris-art


Para Raphita-nekoi


Para Panda-Odono


Para mi Neid allende los Andes


Feliz Navidad a todos~

viernes, 24 de diciembre de 2010

Lord Sebastian de Saussere


Lord Sebastian de Saussere (c) Me

Aquí tienen a mi jerbo, porque todos tienen derecho a ser personaje x'D

Estuve practicando nuevamente en photoshop, ya es hora de que vuelva un poco a ese programa para irle perdiendo el miedo =0= sehhh aún me da miedo estropear los dibujos y a veces aún los arruino, pero bueno... tengo que seguir practicando.

Besos a todos~

viernes, 17 de diciembre de 2010

^3^



Ryuichi Sakuma (c) Maki Murakami
Art (c) Me





Feliz Navidad!

jueves, 16 de diciembre de 2010

Regalo de Navidad


Ryuichi Sakuma (c) Maki Murakami
Art (c) Me (Todolujurioso, Nowakisakuma)

Sakuma-san siempre tan consentido... ahora quiere que le den su Noche Buena... mitchh... a ver qué puedo hacer por él *risa ladina*

x//D

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Adelanto







domingo, 12 de diciembre de 2010

Sarai-ya goyou





Sarai-ya goyou (c) Natsume Ono
Arts (c) Me (Todolujurioso, Kelp, NowakiSakuma)

Hace tiempo que no subía ningún dibujo, acá dejo dos que tenía hechos de la serie de Sarai-ya Goyou que conocí gracias a Psique, quien escribe tentadoramente, tanto como para hacerme dibujar este tipo de escenas x/D

viernes, 10 de diciembre de 2010

Cuidado las paredes tienen oídos



lunes, 6 de diciembre de 2010

Enrique José Martin Morales











jueves, 18 de noviembre de 2010

Come to me now - Tatsuha


Tatsuha Uesugi (c) Maki Murakami
Art (c) Me (Todolujurioso, Kelp, NowakiSakuma)
Requested by Chawia

Al fin termino la segunda commission para Chawia *-* estoy tan feliz por el resultado de este dibujo, me ha fascinado su cabello, tan negro, vamos... que el chico parece que acaba de saciar sus instintos más primitivos x//D obviamente con mi amado Ryuichi *salta como conejo de felicidad y baba*

Yaaaaaaaaa... soy feliz como una lombris.



*-* Cris me ha animado a hacerle unos cambios así que acá está la segunda versión de Tatsuha en su colchón x'D

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Nuevo header: Pfer


Pfer (C) Me (Todolujurioso, Kelp, NowakiSakuma)

Hacía mucho tiempo que no dibujaba a mi pequeño caballito azul, sí... ustedes dirán, pero parece conejo, bueno, piensen lo que se les de la gana porque YO sé que es un caballito azul *3* mi mascota del Pet Society en Facebook y está con la ropita que le compré allá *-* a que no le queda mona, parece todo un DJ.


Hace tiempo que lo dibujo, lo que sucede es que no lo había subido acá. Ahorita voy a poner las demás imágenes de mi chiquiturris.


Aquí está cosplayando de Queenston Renard <3


Salió a correr >_o


Creo que esta fue la primera imagen que hice de él.


Se ofreció a hacerme la leche del desayuno *0*


Esta imagen es tan obvia, ya saben lo que hacía el cochino ¬//o//¬


Y eso... tenía estos dibujos en otro blog pero decidí ponerlo aquí porque es tan re chulo u3u *le tira besitos a su caballito azzzzzul*


Rox (C) Siddartha


Ahhh y éste es su amigo de Pet Society, el Rox. Creo que ya lo había subido anteriormente.

martes, 16 de noviembre de 2010

Snail + Cat = Snat


Snat (c) Me (Todolujurioso, Kelp, NowakiSakuma)

Anoche soñé a este chiquito, mezcla de caracol y gato angora, y no me quedó más que dibujarlo, se veía más nice en mi sueño. No es más grande que un hamster, rápido como un ratón.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Blind Game Again - Hiroshi Nakano


Hiroshi Nakano (c) Maki Murakami
Art (c) Me
Requested by Chawia


Me costó hacer este dibujo porque mi gata me había robado el lápiz de la tableta digital, así que tuve que esperar a comprarme otra para poder continuarlo =0= maldita gata!!!

Pero bueno *-* estoy feliz de regresar con la pictofilia (?)

jueves, 11 de noviembre de 2010

Arsenio (3)


Creo que he escrito harto últimamente x'D


Sólo vio como poco a poco la imagen en rojo sangre de Shane se iba apagando, ¿era él que se estaba quedando inconsciente o era el humano que perdía la vida?, no importa, ya no veía… de hecho, no sentía. No sintió que el otro se aproximara, tampoco que le tocara el cuerpo. En el suelo permaneció suficiente tiempo como para que el castaño saliera del edificio y luego… nada, oscuridad.

Y las voces y choques eléctricos se sucedieron pero a nivel mental, cortocircuitos algunos llamarían pero no, sólo eran ellos, los hermanos Baltaki en discusión. Hacía mucho que no se encontraban cara a cara, desde el momento de la concepción dentro de los laboratorios, cuando las personalidades luchaban por el liderazgo, claro… nadie pensó que la personalidad animal intentase apoderarse de la humana y he allí donde la concatenación tuvo una leve fisura en la cual la personalidad se dividió y comenzaron a desarrollarse en caminos diferentes para la mala suerte del cuerpo en que convivían.

Los ojos abrió lentamente, todo estaba en silencio, silencio que de pronto le pareció extraño y buscó sentarse, pero no pudo lograrlo. Los músculos los tenía tensos, agarrotados; por lo que tuvo que hacer mayor esfuerzo en buscar una postura más cómoda con el fin de relajarse.

Una vez más el pacífico reinaba en el cuerpo artificial y el animal quedaba relegado a la mente, donde le mantenía prisionero hasta que él terminaba por agotar sus reservas energéticas. Pues claro… Brönte salía muy pocas veces y en esas salidas ocupaba mucha energía intentando gobernar lo que no podía entonces se debilitaba más de lo esperado, por lo cual, Arsenio volvía a tomar la situación en sus manos.

Tardó algunos minutos en poder sentarse y para cuando logró sentarse, ya sintió las sirenas de los vehículos fiscales en todo el área circundante. Temió, temió nuevamente por su vida, él no tenía la culpa de que el otro hiciera destrozos, él se comportaba como debía y aún así, siempre terminaba siendo quien recibiera los castigos por los crímenes ajenos.

Pues esta vez… no!

Cogió un puñado de ropa y su sistema de visión para así subir corriendo por las escaleras con el fin de llegar a la azotea, y cuando abrió la puerta, el viento le empujó al interior por suerte, pues una cascada de balas casi demolió la parte alta del edificio departamental y así fue como cayó rodando escaleras abajo, ya sintiendo las botas de los uniformados que venían en su búsqueda – ¿Qué hacer… qué hacer? – se repetía nervioso, hacerse el inconsciente no valdría de mucho, ya sentía las agujas traspasando su piel, la manera en que sin siquiera una gota de anestesia dividían su carne con escalpelos y le estudiaban como a un cordero en la carnicería. Tembló, cerró los ojos y se lanzó por una ventana pequeña para caer entre las copas de los árboles que bordeaban el complejo departamental.

Allí se quedó, con algunas costillas rotas agarrado a unas ramas para deslizarse como pudo entre las mismas con el fin de pasar desapercibido – Aghh… – uno de sus brazos quebrado y el hueso que había traspasado la carne. Respiró hondo antes de soltarse y dejarse caer al suelo.

Con un trozo de tela se cubrió de mala forma el cabello y se echó a correr en la oscuridad a pesar de la desnudez, sí… gracias a su tono de piel no se le hacía tan difícil esconderse, sólo que la lluvia de balas volvían a cernirse sobre sus espaldas.

Arsenio (2)


Tiene dos personalidades una es Arsenio y la otra es Brönte

Amplia sonrisa retorcida para un rostro varonil cuyo cabello plateado caía sensual por los costados y frente, en deslumbrante movimiento hacía que la totalidad de sus músculos se apreciaran, de ninguna manera grotesca y aún así el cyborg avanzaba lentamente como si se tratara de un animal a la caza, lento como las anguilas, cauto y silencioso, sólo su sonrisa y los ojos que destellaban una que otra chispa de energía – Personalidad… - parecía entretenido en esos movimientos sutiles y precisos.

Configuración delgada, le parecía flacucho y destartalado, con las greñas enredadas pareciéndole de pronto un nido la cabellera ajena, si hasta posta de animales debía tener en ella, asqueado le escuchó, hubiese deseado no haber compartido el baño con un ser tan microscópico – Si de pronto deseas etiquetarme con un vocablo exento de rasgos semánticos inherentes – sonrió burlesco – entonces te diré que puedes llamarme Brönte – Sonido amplificado en la última palabra, que curiosamente era el apelativo con el que le nombraban, quién, no se sabe, sólo que ese es el nombre por el cual él hacía llamarse.

Y entonces, sin mediar más charla, se lanzó a la caza de aquel que tenía por delante. En el trayecto pasó a tirar la lámpara y unos muebles para terminar con los brazos entorno a la cintura del más delgado – ¿Qué se siente saber que vas a morir en pocos minutos? – susurró antes de deslizar uno de sus dígitos por el torso del otro – Suave… pero no lo suficiente – frotó su nariz contra el cuello de Shane – ¿Crees que lograrás hacerme caer? – sonrió y bordeó el ombligo del contrario antes de llevar la mano a los costados, prensó uno de los muslos que se le hizo tan angosto que pensó sólo había hueso y piel, arrugó el puente de la nariz y entonces fue que llevó uno de sus dedos entre las nalgas del chico para soltar una descarga eléctrica con la que buscó cocinar su cuerpo, mas en el proceso sintió que la corriente eléctrica se concentraba en su propia cabeza, inhabilitándolo de cualquier ataque contra el humano; por lo que, entre ira y dolor de cabeza, soltó al chico para llevar ambas manos a la frente mientras alegaba contra su otra personalidad.

Voces distintas de pronto brotaban de sus labios, Arsenio y Brontë en lucha por el cuerpo, el único que les daba soporte. Las chispas provocaron que se cortara la luz en toda la cuadra, la piel del cyborg parecía lumínica debido a la cantidad de electricidad concentrada bajo la misma, se sostenía de los brazos siendo incapaz de levantarse, el cuerpo entero temblaba mientras las voces se entrelazaban como si al mismo tiempo hablaran dos personas en una discusión.

Entre ellas una se destacó de pronto – Shane… salta – y la mirada lumínica apuntó la dirección de la ventana, sería mejor que el detective estuviese lejos mientras Arsenio reducía a su contraparte.

El enorme cuerpo se levantó y avanzó lento, tembloroso con el fin de alcanzar el chico – Nooo… - Brönte intentaba volver a atrapar al castaño para darle muerte, mas Arsenio seguía impidiendo que los tendones se expandieran lo suficiente para que el otro lo alcanzara – ¡ESCAPA! – Al decir esto, el cuerpo del cyborg cayó de rodillas en el suelo y las convulsiones se sucedieron, mas de la boca no brotaba ya ni sonido ni saliva por las arcadas, sino electricidad que al chocar con el suelo saltaba como fuegos de artificio y de pronto levantó el rostro para mirar al que se suponía en fuga antes de caer de bruces en el suelo sin atisbos de actividad física más que las básicas, el “hombre” parecía inconsciente.

Arsenio (1)


Mi hermoso cyborg con adn de anguila eléctrica *3*

Lo seguía, claro que lo seguía, respiraba tan fuerte que en medio de la oscuridad le habría aventado un par de disparos entre los ojos antes de que el agente, tan capacitado, pudiese siquiera replicar. Pero… como era humano… tenía que ohhh… cuidar de su vida, JAH! Claro que no, no iba a perder el tiempo por un pobretón, ni siquiera le importaba como culo para su polla hinchada. De hecho si hasta ahora se iba masturbando tras el otro, a ver si lograba correrse, o en su defecto electrocutar a su contrincante.

Soltó una gran carcajada desde un lugar apartado y se desplazó hacia otro rincón – ¿Tener todo?... ¿se puede tener todo sin tener un cuerpo propio? – daba por hecho su único fin, deshacerse de Arsenio, eso era lo que buscaba, tener un cuerpo con el cual poder actuar, sin que nadie se interpusiera en sus movimientos. Lo odiaba, era un desperfecto y él… tenía que seguir tratando con un ridículo enamoradizo de los mortales, mientras ellos habían sido creados para durar mucho, sin fallas, completamente libres de todo cuanto a los humanos afectaba, él tenía que lidear con una aberración tal, alguien que le quitaba tiempo de vida, que le robaba minutos de existencia, qué minutos, días completos, meses y hasta años. Y él, sometido como lagartija ante las bondades de un bueno para nada que ni siquiera había sido capaz de liberarse de la estúpida policía, por irse tras el culo de un imbécil.

La visión infrarrojo era maravillosa, podía ver en nítido y vibrante rojo al chico avanzar, obviamente, mucho más llamativo el color luego de una escena de sexo en la bañera – ¿Para qué te vistes, si ya te he visto hasta el alma? ¿O es que de pronto te bajó el pudor? – tan cercano que podía incluso sentir el aroma de su piel, arrugó el puente de la nariz y se alejó tan pronto como el otro se movía, no quería ser alcanzado por alguna bala, no se podía confiar en la templanza de los animales, no… no podía.

Llegó al corredor y allí se acomodó apoyado en la muralla – ¿Qué tanto te atrae de mi cuerpo, o debo decir del de mi compañero? – burla, directa y sin rodeos – Tú eres flaco y sin gracia, no sé qué ve él en ti… sólo debo decir que no me gusta la idea de imaginar mi cuerpo frotándose con el tuyo… – se paró en la puerta para que Shane lo alumbrara – Acá estoy cariño mío… – una gran sonrisa blanca se pudo vislumbrar mientras él movía sus manos demostrando lo grande de su cuerpo, los músculos bien formados y todo cuando pudiese ser de atractivo para los animales que buscaban cortejo – ¿Por qué tratas de erradicarme, si él es quien no debería existir? – ¿Verdad o mentira… quién de los dos sería el verdadero dueño del cuerpo a quien Shane complacía?

Katze (1)


Subo este post porque me ha conmovido mucho T__T

El hecho de elevar la voz y decir todo lo que había guardado hacía tantos meses le calmó, sus brazos parecieron laxos, casi sin fuerza, no obstante, la tensión se podía sentir en la atmósfera y por lo mismo su mano temblaba levemente mientras sostenía el cigarrillo entre sus labios. Resopló en un intento de poder liberar un poco más de tensión, pero el hecho de tener al otro cerca, tan cerca lo hacía enfurecer. Hubiese deseado poder golpearlo hasta reventarle la cabeza, pero alguna fuerza extraña se lo impedía, después de todo, llevaba años cuidando del mocoso, de rescatarlo de sus muchas empresas idiotas emprendidas como si se tratara de una princesita en apuros. Pero no lo era, no se comportaba tampoco como una princesita, hacía cada tontera que le provocaba exterminarlo de modo que todas sus preocupaciones se desvanecieran como por arte de magia.

No, no notó que el otro estuviese con alguna clase de problema, ni se le pasó por la mente, aún viéndolo moverse extraño, cegado estaba por la ira y por lo mismo no le prestaba la más mínima ayuda. Como patético se desenvolvía, cual ciego o… tal vez era que trataba de hacerse pasar por uno con el fin de causar lástima. Entrecerró los ojos dejándole que se acercara. Incluso sonrió liberando el humo hacia el costado contrario, negó sin entender que treta escondía. El recorrido de los dígitos ajenos sintió en su piel que reaccionó de inmediato erizándose, claro, el cuerpo aún deseaba del otro aunque el cerebro dijera otra cosa. Cuando tocó sus labios sintió el impulso de saltarle encima para besarlo, mas sólo sus dígitos se separaron dejando resbalar el cigarrillo. Lo pisó para observar al pelinegro.

Y como si nada deslizó el dedo medio por sus vértebras sin siquiera tocar su costado - … - pero antes de siquiera contestar se vio en el suelo, sentado mientras el otro caía también para quedar de rodillas frente a él - ¿y quieres que te crea? – se acomodó mejor – Lloras tan rápido… como si te doliera todo lo que te digo – se inclinó y lo agarró firme por los hombros para levantarlo y así lo arrastró hasta la cama para sentarlo en ella. Se arrodilló quedando entre las piernas del chico y le sostuvo la cara – Amor… supongo que debes tener un concepto muy diferente al mío – tenía los ojos rojos y su rostro descompuesto, los labios le temblaban de profunda tristeza más que de rabia – Confías más en los demás, por eso mismo es que pretendes que un blondie te dejará de seguir cuando hayas cogido con él – se levantó del suelo y acarició en repetidas oportunidades su cabellera oscura – Me duele que me hayas pedido ayuda para desligarte de él y que ahora por gusto propio vuelvas a su lecho -.

Se separó del chico – Y no busco tu cuerpo cada vez que nos encontramos, dime cuántas veces hemos follado… ¿CUÁNTAS? – Sólo una vez habían yacido sobre un colchón como si en realidad fueran pareja – ¿Y cuántas has follado con los demás? – sonrió con los ojos anegados en lágrimas que no dejó escapar – ¡CONFIANZA!, ¡ENTREGA!, ¡RESPETO! – le tembló la voz, tuvo que callar un momento – Es lo único que busco en ti, es lo único que no me has sabido dar… sólo tu cuerpo… sólo me haz dado una única vez tu cuerpo y nada más de ti -.

Agarró la ropa y se la acomodó bien antes de salir por la puerta, mas giró la cabeza para mirarlo otra vez – Lo peor de todo, es que te sigo amando después de todas los desplantes que me haz hecho – y salió del apartamento azotando la puerta de entrada.

Bajó rápidamente las escaleras tratando de no cruzarse con las personas que paseaban por la calle, presionó una tecla en un brazalete que llevaba en la muñeca y en cosa de segundos el vehículo aparecía tras suyo como un perrito que seguía a su dueño. Se detuvo y giró para mover la mano, así la puerta se abría luego del código de voz y él ingreso. El agua se deslizaba por su faz, la lluvia en las que se diluían algunas lágrimas.

Esa noche no llegó a su apartamento, no, era hora de cambiar de residencia.

Alejandro (10)


A estas alturas ya está pasando buen momento con el sacerdote.

Ojos en una fina línea mientras los globos oculares centelleaban humedecidos por el placer que acababa de recorrer cada una de las ramificaciones nerviosas a lo largo de su humanidad –que no era pequeña- miraba a su contraparte con fe ciega de que éste lo estuviese pasando tan bien como él mismo, no obstante, al ver su cuerpo tan ávido de contacto, incluso buscando que le rozara, como se encimaba sobre su torso y acariciaba sus costados. Vamos, que el hombre pelirrojo pensaba que el otro deseaba acariciarle el brazo y que debido a los músculos tensos terminaba por arañarle la piel, no le importó mucho que en esos movimientos lentos como fuertes se llevara rastros de su piel bajo las uñas. Acarició su frente con las mejillas, la nariz y lamió sus labios hasta llegar al cuello donde puso especial atención. Le gustaba, de la manera más impúdica, sucia y lasciva que pudiese haber creído. Tal vez debido a su origen casto o a su personalidad arrolladora, y que ahora se presentara tan entregado, incluso débil. A expensas de sus propios movimientos, de sus deseos más retorcidos.

Ahhh… si sólo pudiese besarlo, no, no debía ser tan mísero y pensar en cosas como esas cuando le tenía por completo, como un muñequito al que podía si quería arrancarle los brazos y ponérselos de piernas. Cuando sintió el cuerpo del otro arrastrarse por sus muslos una nueva oleada de placer invadió su ser, sus manos prestas cogieron esas nalgas y las apretaron como si desearan sacar cada una de las gotas de sangre de la carnosidad del delgado inquisidor. Una dentellada en su hombro dio para calmarle y luego rugió como animal antes de deslizar los dedos por la separación de sus nalgas hasta que los dedos terminaron cansados de dar masajes a la diminuta entrada que obviamente no tenía ni ideas de lo que se hacía con ella aparte de usarla como conducto de desahogo del cuerpo.

Resbaló la pesada lengua por su cuello largo como frágil antes de que los dedos cogiesen pequeñísimo pliego de piel en sus testículos, halara de él arrastrando el pene del rubio para que se frotara desinhibido contra su propia semi erección, claro, su pene ya comenzaba a perder la rigidez, aunque el tener al otro encimado y como una putita en busca de que le mancillaran hasta el alma le hacía pensar que pronto volvería a tener una nueva erección, tal vez mucho más dura y dolorosa que la antecesora.

Respiró caliente sobre ese torso en busca del diminuto pezón que parecía invitarlo a disfrutar de la delicadeza del cuerpo contiguo, empero compañero agotado de tanta complacencia fue en retroceso obligando a esas nalgas resbalar por la pierna hasta que la erección rozó como en un último beso la rodilla del gigantón – uhm… - caliente, necesitado, con el cuerpo sudoroso y perlado. Le miró como se movía, como avanzaba lento y trémulo sacudiendo las nalgas de un costado a otro y la verga entre los dedos a la vez que solicitaba de algo de bebida.

Paladeó la lengua en el interior de la boca como si rememorase los segundos anteriores y así se agarró firme los testículos para darse la porfía de la última caricia en su cuerpo.

Plantó la palma de la mano a uno de los costados del sillón para ponerse de pie y sin siquiera cubrir su cuerpo avanzó tras… las nalgas rojizas de su compañero, así se le acercó por la espalda para rozar con la cabeza de su pene entre las nalgas del más bajo mientras él ya dejaba correr su lengua espesa por los hombros del más joven. Encorvado como pudo para alcanzar ambas partes sin trastabillar o perder el equilibrio, prensó las nalgas del religioso para ver como su verga se paseaba entre esas ancas rebosantes en carnosidad. La saliva discurrió por las comisuras de los labios y no pudo evitar que la misma resbalara por el hombro del de pálida piel, que se deslizara por su espalda a modo de cimiente espeso y pegajoso.

Uno de los brazos alargó sin siquiera mirar mientras el cuerpo prensaba la pelvis adyacente contra el borde de la mesa. Tanteó por sobre el mantel dando vuelta alguna de las copas y platos, botellas, hasta hallar una que tuviese suficiente peso como para estimar llena. Separó su boca del cuello contrario para allegar la botella hasta sus fauces y descorcharla de manera bruta, tosca, así el vino resbaló por la piel de su invitado. Con la mano contraria tomó su mentón y vació un hilo fino sobre sus labios – Beba todo lo que desee su merced… - susurró, embriagado en el deseo de tener un cuerpo tan pulcro, tan pálido junto a él que era todo lo contrario.

El primer empujón de su verga contra esos muslos y ya que tenía las piernas inclinadas, no llegó a penetrar, el pene resbaló en descenso para pasar por entre las nalgas del más delgado, el vino en tanto ya se desbordaba de la boca del deseado.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Noche de amor ~


Dedicado a Kuroi Koneko *3*
Se suponía que era para el 24 de octubre pero soy una flojilda XD
Siento el atraso, espero que te guste
Junjou egoist (c) Shungiku Nakamura

- Nhg… - Apretó los ojos sintiendo como convulsionaba su cuerpo sobre el sofá. Saboreó la lengua que de pronto caía pesada sobre sus labios y le obligaba a entreabrirlos, ahogado empujó con poca fuerza la misma con el fin de poder tragar una bocanada de aire fresco que le pareció imposible debido a la cercanía de su pareja.

Orbes oceánicos le seguían de cerca, cada mueca y movimiento de cuerpo, cada respiración y jadeo – Hiro-san… - masculló entre besos que proporcionaba en todo el delgado cuello y pronto sintió el puñetazo a un lado de la mandíbula que le hizo caer del sillón.

El otro se halaba de la camiseta cubriéndose hasta los genitales con ella – ¡TE DIJE QUE NO ME MIRARAS! – ladró ofuscado, no le gustaba cuando Nowaki lo miraba en pleno coito, le hacía sentir tan vulnerable y él no era así. Se levantó sin más y se encaminó hasta el baño para encerrarse allí, pronto se sintió el agua correr.

Aún acariciando su mentón logró sentarse, un tanto mareado debido a que aún estaba demasiado excitado siquiera para saber qué pasaba. Por fin se levantó y fue corriendo a la puerta del baño – Hiro-san… - Masculló – Hiro-san, ábreme – su erección se rozaba de pronto con la puerta y su cuerpo se estremecía por completo – Por… por favor – susurró con las mejillas en tinta.

- ¡NUNCA!, ¡ERES UN PERVERTIDO! – Como si a él no le gustaran las cosas que el otro le hacía.

Los dedos se arrastraron por la madera y pronto la espalda se adhirió a ésta para resbalar hasta el suelo, allí quedó sentado acariciando su miembro mientras sentía el agua caer, de pronto le parecía oír como si el profesor estuviese jadeando – Hiro-san… te estoy escuchando, deja que yo lo haga por ti –. Entrecerró los ojos y presionó los dedos entorno a su miembro enhiesto sintiendo deliciosos escalofríos recorrer sus vértebras.

Pero el mayor ya lo había dicho, no saldría hasta que terminara de bañarse - … - no respondió a nada, estaba más concentrado en terminar lo que el otro no hizo por culpa de él mismo.

Y así pasaron los minutos. El menor se había ido a sentar al sillón y había encendido el televisor para permitirle al otro salir de su escondite, tampoco iba a estarlo obligando. Con el rostro reclinado sobre uno de los brazos del sillón estaba, con su rostro melancólico mirando una película a la que ni prestaba atención. De pronto vio pasar al otro con una toalla en la cabeza y ya con el pijama puesto – Hiro-san… - susurró.

Éste giró y le dedicó una mirada furibunda, a lo que el otro sólo pudo retroceder en el sillón y dejarlo hacer. Hiroki fue hasta la cocina, bebió un tazón de té verde y luego se fue a la cama sin decir nada más.

Tras una hora de permanecer ensimismado, le siguió… avanzando en silencio para no despertarle y luego, aún sin bañarse, se metió a la cama para acercársele. Besó su mejilla con sumo cuidado, como si se tratara de una frágil figurita de cristal, porque eso era para él… lo más preciado que tenía.

Aún cuando Hiroki fuese rudo sabía que lo amaba con la misma intensidad que él.

Lo arropó y quedó de costado mientras lo miraba en silencio.

- Te dije que no me miraras… -

- Lo siento -

El mayor hizo una mueca de disgusto mas su mano hizo presa de los dedos de su compañero y lo obligó a abrazarlo antes de darle un beso en la mejilla buscando lentamente hasta hallar sus labios.

Después de todo, no estaba tan mal, no si es que era Nowaki el que lo miraba.

domingo, 24 de octubre de 2010

Eros


Eros (c) Me [Todolujurioso, Sakuma-san]

miércoles, 20 de octubre de 2010

Love song


Ryuichi Sakuma (c) Maki Murakami
Art (c) Me

domingo, 17 de octubre de 2010

Thunder-Kike


Enrique (c) me
Thundercats (c)Ted Wolf


Para la letra del mes "T" del grupo de Manself-Femself de DA, mi versión de Thundercat de Enrique y su gata Luna Pirula xD [ki-Cat y Lnarf] x'D

Nueva técnica de coloreado, todo gracias a Cris. Se ha dado el tiempo de explicarme cosas básicas en el photoshop, ya todos deben notar que yo no soy muy buena usando ese programa, pero ella se ha tomado unos cuantos minutos para enseñarme *-* Muchas gracias Cris, eres buena onda conmigo siempre u3u

martes, 12 de octubre de 2010

Amigos



El viento, mero acompañante de las siluetas que enfrentadas esa noche de nubes espesas se observaban en silencio. El tumulto de pestañas se abanicaba de vez en cuando, sólo para quitar las diminutas gotas de lluvia que en despilfarro recorrían todo su cuerpo.

El otro, de melena larga sobre la rama de un árbol yacía, en completa apatía.

He allí los dos en composición tenebrosa, como manchas a punto de ser borradas por la tempestad, plática silenciosa mas nunca exenta de significado.

La voz de uno entonces pareció silbar entre el rugir de las olas del viento – Por favor, no me conviertas de nuevo en un simple amigo –

– . . . – Como era de esperar el silencio fue lo único recibido.

viernes, 8 de octubre de 2010

Under the black hood

Sakuma Ryuichi (c) Maki Murakami
Art (c) me [NowakiSakuma, Edain, Todolujurioso)




It's all about you
~ my butterfly ~







miércoles, 6 de octubre de 2010

Reconciliación


Raúl Hardkopf x Daisuke Müller

Raúl Hardkopf (c) me [NowakiSakuma, Edain, Todolujurioso]
Daisuke Müller (c) Sakuma Pandora



Dibujo de mi equino favorito *///* Raúl Hardkpf y su amado Daisuke Müller.

La reconciliación es dulce~


Así dan ganas de pelearse.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Tim Drake x Dick Grayson


Este lemon.shot fue realizado en conjunto con Siddhartha.
Muchas gracias nene por tan buen polvo~

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El menor apretó con más fuerza la garganta, deslizando sus dedos para sentir con mayor perfección la tráquea… aún los músculos del cuello contrayéndose para intentar hacer fuerza. Los labios de Dick parecían igualmente luchar para evitar que le robara el poco aire que le quedaba en los pulmones - Sólo tú y tus ganas de existir son una molestia - Murmuró sobre los labios de su hermano mayor, acomodándose para colocar la rodilla sobre el esternón, y sus manos bajaban sutilmente dejando que el aire empezara a volver al otro.

El mayor muy a pesar de quererlo como si fuera su propio hermano, comenzaba a preocuparse de terminar muerto, ya hacía un par de minutos estaba viendo que eso no era una simple broma o molestia, ya iban del sartén al fuego. Sacudió sus brazos a los costados e imprimió fuerza en esa rodilla intentando separarlo, pero el otro sonreía mirándolo de manera casi maquiavélica. Entrecerró los ojos, apretó la mandíbula - ¡Cálmate!, No he hecho nada para que estés así de molesto! - espetó con molestia. Así se empujó con las piernas arqueando la columna y con ese impulso envió al otro al suelo. Aprovechó de girar en la fría superficie para dar un salto y quedar en guardia, aún así respirando agitado, desconfiado de los movimientos que pudiese hacer el menor.

Sus sospechas no eran infundadas, pues al momento de empujar al otro, no se dio cuenta de que Tim había lanzado una cuerda contra una de sus piernas; para derribarle en el momento en que cayó al suelo, Así, el ojiceleste se vio siendo halado con fuerza de ella, momento que aprovechó el otro para echársele de nuevo encima y atarle con fuerza las manos tras la espalda – ¡Agh! - Tan confiado como siempre, no se percató del grave error cometido, sólo hasta que el otro lo tenía boca abajo gruñó por su torpeza y nuevamente lo trataba como una simple res que preparaban para la cena, que chistoso, recién nombrado el nuevo guardián de la ciudad y no era capaz ni de calmar los impulsos de uno de sus subordinados. ¿Qué habría opinado de todo esto Bruce? Negó, estaba ya divagando en sus miles de pensamientos que no le dejaban actuar como debía. Rabeó y sacudió su cuerpo de manera salvaje con el único fin de terminar con el agarre.

-¡Bastante calmado estuve cuando dejaste que Gotham se fuera al diablo! ¡Eres demasiado blando y confiado! – Robin se atragantó con sus propias palabras… sentía que estaba hablando como Jason, pero seguía irritado, ¿por qué Dick tenía que estar en ese puesto? No podía ni controlar sus inseguridades.

- ¿No será que tienes miedo de lo que pasará? – Había sido sujetado contra el suelo a punta de empujones. Giró la cabeza mascullando las palabras mordidas, escupiendo un poco de sangre cuando el otro golpeaba su frente contra el suelo – ¡Agh! – no podía despegar la cabeza de esa mano.

Quizás… en otras condiciones nunca le hubiese puesto una mano encima a ese hombre, pero… simplemente quería dejarlo allí, sin oportunidades o salidas. Sonrió de lado, tan sádico al ver ese cuerpo bajo de él respirando con el mismo cansancio que compartía él mismo -… no creo que nada de esto te importe ¿Verdad? – murmuró al oído del mayor, pegando su pelvis contra las nalgas del otro.

Fue entonces que Richard sintió que todo su cuerpo se tensaba con creciente alarma. El vello de su cuello se erizaba cuando el aliento del menor barría el contorno de su oreja – CÁLLATE Y SUÉLTAME TIM! – se sacudió como pez en el mar y debido a su elasticidad logró arquear de tal manera su espina que incluso fue doloroso. Hubiese tenido ambas piernas libres habría sido fácil coger con ellas la cabeza del chico y lanzarlo lejos de sí, no obstante, ese momento debería esperar un poco… ahora estaba por completo tenso entre ataduras y el forcejeo del que se suponía su aliado.

El contrario presionó con rapidez sobre la séptima vértebra torácica para evitar que intentara moverse aun más. Sabía bien que con Grayson debía cuidarse hasta el más mínimo detalle, porque lo aprovecharía a su favor. Ató con más fuerza una de las piernas ayudándose de las bases de la estructura donde estaba la súper computadora; era ridículamente como tratar con un novillo. Un novillo que a decir verdad le tenía otras ganas muy diferentes a sólo azotarlo contra el suelo.

-Bruce nunca podría imaginar que su consentido se va a la mierda – Soltó entre dientes con bastante veneno.

Para el nuevo Batman, el dolor de cabeza ya era una realidad, la misma parecía palpitarle con tanta intensidad que no era capaz de pensar en alguna estrategia adecuada, tampoco quería atentar contra la integridad del chico, decididamente, no era lo que haría. Intentó por último concentrarse, hacerlo entrar en razón – Bruce nunca podría imaginar que tú te comportarías de esta forma… - escupió grave, como si de pronto hasta las cuerdas vocales estuviesen siendo tensadas con cada movimiento realizado por el chico maravilla, mas nunca pensó que el otro se haría de ese leve respiro para meter sus manos bajo su cuerpo.

Tim rasgaba con uno de los batarangs del uniforme que tanto había admirado, pero ahora le parecía solamente tela e hilos, desligando por completo los sentimientos de afecto de lo que estaba realizando; así, de manera fría, hizo un corte desde el pecho hasta llegar a la entrepierna, metiendo la mano en la tela.

El otro sacudió su cuerpo a la vez que sintió los dedos de su compañero haciéndose de la tela y arrastrándola con tal violencia que las costuras quedarían marcadas por varios días en su piel, gruñó lanzando una mirada agresiva, el otro solo miraba como si con sarcasmo le pidiese disculpas. Y de la nada la protección antibalas era rasgada como la nada. Ahora si que los ojos del mayor se explayaron, atónito sin ser capaz de hilar alguna elocuente frase en contra de las acciones cometidas contra su persona.
Jaló de las muñecas imprimiendo fuerza en las ataduras, las venas se hincharon en los dorsos de las manos, sin embargo, nada pudo lograr al intentar liberarse. Sus mejillas fueron atacadas por una violenta pincelada en tonos bermejos cuando los decididos dedos del muchacho hacían contacto, por primera vez, con sus genitales – ¡DÉJAME!, ¿ESTÁS LOCO O TE HACES? – su cuerpo tembló, entrecerró los ojos y con la pierna libre le soltó una fuerte patada a la altura del mentón.

El golpe fue bastante contundente, haciendo que Robin se sintiera hasta mareado y con una sensación de vomito atorada en la garganta, esto empezaba a írsele de las manos, pero a cada avance se daba cuenta que no podía echarse para atrás. Se sentía acalorado tanto por la lucha como por haber sentido el calor de esa zona a pesar de llevar aun los guantes puestos. Habría sido más fácil pedir perdón en ése momento y dar la huida, seguramente hasta el tonto de Richard lo perdonaría, pero… no quería hacerlo. Su expresión se contrajo en reproche puro al notar que realmente “Batman” no se daba por entendido de nada; todos eran demasiado parecidos a Bruce en ciertas cosas, pero Dick tenía hasta lo poco empático.

- Estará vivo, pero no está aquí!! –reclamó metiéndole una patada a las costillas con fuerza pero sin intenciones de romperlas, sólo sacarle el aire para volver a ponerse encima de él y atar la otra pierna en flexión para facilitarle las cosas.
Había perdido la sensación de culpabilidad causada por la sangre contenida en su boca, resbalar por la sien por el último empujón, incluso el dolor muscular del forcejeo; Estaba disfrutando oscuramente la desesperación de su hermano mayor; tanto que le sabía a una extraña gloria y sed lujuriosa mientras notaba las mejillas sonrojadas y los ojos celestes llenos de ira contenida.
Le rajó la tela de las nalgas, para dejar ver ese bien formado trasero… ¿Quién más habría disfrutado de éste? Aun sin ningún tipo de consideración le metió dos dedos dentro del apretado canal; soltando una leve carcajada al notar cómo los esfínteres apretaban alrededor de sus dígitos.

Loco o no. Da igual, después de esto.

- AAaaaaaagggghhhhhh - Gruñido que no se hizo esperar, reventó erosionando las paredes de la garganta, ronco como bufido, y el cuerpo se estremeció tanto que incluso pensó haber avanzado en el suelo alejándose del otro. No, había sido sólo el sucio juego de su mente, pues al tratar de alejarse del otro sus muslos conocieron el fuerte tirón de los músculos al contraerse. Asimismo, como las nalgas se hacían piedra intentando sacar del interior de su intimidad aquel cuerpo extraño. Su rostro aparte de rojo denotaba la ira, ya sus dientes rechinaban – Te vas… a arrep.. ahhhg…. – no podía ni terminar de hablar, ya su cuerpo se mecía de un lado a otro en busca de comodidad, no obstante, en esa posición muy poco podía hacer. Jaló nuevamente de sus piernas y lo único que logró al halar con tanta fuerza fue que su cuerpo retrocediera en el suelo quedando aún más cerca del que lo estaba atacando.

La espalda denotaba la fuerza impresa en cada sacudida – ¡Suéltame y haremos como si esto nunca hubiese sucedido! – giró la cabeza, sólo para notar como el otro sonreía con más energía, lo estaba disfrutando y verlo así era mucho peor que lo que le hiciera a su cuerpo - ¿Qué si digo que no, Dick? –soltó para sujetarle del rostro ahora que había volteado.

Ahora entendía muchas cosas que no solía captar de los criminales: La ira, el odio y hasta las agotadoras ganas que quedaban en una persona cuando se le llevaba al límite de la situación. Volvió a rasgar los labios de su hermano mayor, bebiendo su sangre y saliva; esos besos rojos lo estaban calentando tan rápido como los reclamos. ¿Arrepentirse? Sí, seguro lo haría, pero no ese momento mientras disfrutaba de la torcida ternura que mostraban los músculos del recto del mayor con sus dedos. Podía asegurar que se estaba divirtiendo aun más que al chico circo que tenía sometido -…deja de luchar de una vez, sabes que ya perdiste –murmuró lamiendo la orilla de la oreja.

Sabía… que era una afirmativa demasiado peligrosa, tomando en cuenta que era Richard, el que había ganado el manto de Batman. Empujó con más fuerza sus dedos dentro del otro, abriéndoles con brusquedad para dilatarlo… sonaba irónico que se fuera a “estrenar” con el que seguramente le cortaría la cabeza cuando se soltara, pero Drake no era de los que temían a algo así, había visto tantas cosas que ya la verdad sólo estaba dejando que sus instintos dominaran por encima de su razón, algo… que podía llegar a parecer imposible.

Si Grayson hubiese podido le revienta las narices de un puñetazo, pero para su mala suerte estaba maniatado, de pies y manos, por muy buen contorsionista que se jactaba de ser, no podía hacer nada, el mismo Bruce había instruido a cada uno de sus compañeros en cómo realizar buenas capturas, ahora teniendo las manos lejos de los shuriken debido a que el menor de los Robin había desgarrado su vestimenta, era imposible siquiera pensar en cortar las ataduras. Gruñó – Has lo que tengas que hacer… -

Evitó el contacto todo lo que pudo incluso atacó de la única forma posible, mordió su labio superior hasta que la sangre manó con fuerza, así lo dejaría marcado de alguna forma. Escupió la sangre del otro a un costado relamiéndose pronto los labios y así mostró sus blancos dientes mancillados por lo rojo de ese vertiente de boca del pequeño irreconocible – Ya más tarde veremos si serás capaz de escapar de lo que te haré – sonrió ampliamente, mas su sonrisa fue opacada por la caricia en su oreja. Su espina se contrajo, no pudo evitar soltar un leve suspiro que supo a pérdida, a menoscabo en su orgullo. Mordió torpemente su labio a pesar de que sangraba.

Mas todo se hizo un contraer de músculos cuando esos dedos fueron más allá, parecía que le rasgaban con las uñas el interior y eso si que lo obligó a soltar un grito de dolor y de impotencia pura. Pronto su cuerpo se azotó contra el suelo y pudo respirar atropelladamente. El otro había sacado los dedos de su recto, para poder bajarse el pantalón lo suficiente con el único fin de dejar libre su erección.

¿De verdad se estaba volviendo loco? Robin llevó ambas manos de nuevo al cuerpo que mantenía prisionero, deslizándoles por la cintura hasta bajar de nuevo a los genitales del ojiceleste, fue cuando su vista se deslizó hacia uno de los costados y pudo visualizar solamente como el ojiazul se bajaba los pantalones y de manera grotesca se masajeaba la creciente erección, las manos apretó y miró hacia delante en un intento de no pensar en lo que el otro iba a hacer, pero cuando Tim se adelantó a sus pronósticos.

El otro se entretenía masturbándole y apretándole los testículos con insidia, a la vez que dejaba su miembro bastante endurecido entre sus nalgas - Estás tan mojado como yo – soltó burlón mordiéndole la nuca.

Mojado, sólo en la mentecita retorcida de su querido pequeño hermano, cuándo iba a mojarse porque lo violaran, sólo un enfermo mental se excitaría de esa manera tan retorcida.
El mayor tiró de sus piernas bruscamente – SUELTA CARAJO! – ahí estaba, sonsacado y alterado.
El tercer Robin no pudo evitar soltar una fuerte carcajada mientras que el otro intentaba hacerse cualquier medio para liberarse, estaba en una gran posición… y Dick tenía no solamente la desventaja de su situación, sino que hasta sus amenazas se le hacían en ese momento sólo unos berrinches parecidos a los que pegaba Damian cada vez que se le castigaba. Las cosas… no debían ser así, pero de esa manera eran mientras más avanzaba disfrutando de cómo las tensiones en el cuerpo del mayor le dejaban saber que tenía el control.

Por unos momentos se detuvo, dejando la frente pegada contra el hombro de Richard; que Bruce y todos lo perdonaran después, pero de verdad no podía controlar sus instintos que hacían que sus manos volvieran a moverse sobre los genitales, enredando los dedos entre el vello y acariciar la base del pene. Su propia erección pegaba de vez en cuando contra el orificio que se contraía aun molesto por la intromisión de sus dedos; se sentía terriblemente delicioso cuando su glande rozaba esa piel. Respiró profundo por unos segundos, disfrutando el aroma de su hermano mayor… de nuevo la sonrisa perversa se pintó en los labios - Ya veremos qué eres capaz de hacer, Batman – Soltó con desprecio.

Le sujetó de la cadera, revitalizado y tan turbado que no le dio importancia a que le presionaba con bastante fuerza sobre los huesos de la pelvis, y aun la herida de su labio que se cicatrizaba con el doloroso escozor de por medio.
Colocó la punta de su pene contra el ano del otro, empujando con fuerza soltando un rugido entre placer y el dolor de entrar de esa forma contra el cuerpo de su hermano. Se dobló un poco, aun jadeando y con el cabello cubriendo sus expresión contraída en la delicia de probar el calor de esa carne tan firme.

Una bocanada de saliva expulsó junto con un grito de puro dolor en el momento justo en que el otro allanara con tanta violencia su cuerpo, ni con la tensión de su musculatura pudo evitar que el otro se abriera paso en su carne, sus ojos desplegados en su totalidad daban a entender el dolor y la imperante necesidad de soltarse, mas los músculos decían otra cosa, las manos apretadas y casi reventando las ataduras halaba, pero era en vano, como cordero estaba mientras el otro embestía con total osadía. Su torso antes alzado por la fuerza del impacto caía con fuerza en el suelo, el rostro así chocaba en la fría superficie, sobre la saliva que él mismo hubo escupido, la misma que mojaba las puntas de su cabello, hebras ébano que actuaban ahora como finísimas plumillas dibujando senderos húmedos por la faz afiebrada y contraída en dolor, en angustia, desazón infinita. -¡Ja!... ¿Dónde quedaste, Dick?!... maldito idiota… - El muchacho le sujetaba de la cadera, a la vez que le toma del cabello con fuerza para que no levantara la cabeza del piso; no iba a soportar verlo después de esto. Sabía que cualquier lazo que tuvieran se iría al demonio, pero su corazón se contraía haciéndole sentir adolorido a pesar que todo su cuerpo se encontraba en una fiesta de hormonas y neurotransmisores que no dejaban que su cadera se detuviera contra el trasero del mayor, sintiendo como sus testículos se golpeaban contra esa piel cuando entraba completamente dentro.

No había ningún tipo de cariño en esos movimientos, el chico había quebrantado la confianza que hubo depositado en su persona, las cosas no volverían a ser lo mismo y él no volvería a confiar en aquel que sin mediar palabras se hizo agresor de la nada.
Sus músculos se estremecían ahora en busca de quitarlo del interior, empero cada vez que se mecía con el fin de lograr su cometido, calambres recorrían toda su zona baja haciendo imposible siquiera pensar en inclinar la pelvis. Así sus labios fueron arrastrados por el suelo, manchó el mismo con su sangre y saliva, a la vez que otro empellón recibía – Aaaagh… - lagrimones traslúcidos cayeron de sus claros orbes para rodar por sus mejillas amoratadas de tan rojas.

Drake giró el rostro del mayor para mirar su expresión de dolor, ira y… esos lagrimones que seguramente eran por dolor más que por otra cosa; al menos eso pensaba mientras le observaba con una clara expresión en blanco, nada de emociones en ella… sencillamente el observar a su hermano hecho absolutamente… nada -Ya no eres tan divertido… -murmuró para sí.

Volvió a pegarlo bien contra el suelo, para seguir embistiéndolo. Se arriesgó a salir de su cuerpo, para obligarlo a ponerse de rodillas sujetándole de los negros cabellos. Mirando por sobre el hombro del otro que no había ningún cambio en la flacidez del pene de Richard ¿tan desagradable era? Le abrió bien las piernas para volver a entrar en él, sin importar la sangre que había manchado sus manos mientras se había masturbado para no perder rigidez; esa sangre, no podía ser de otro lugar más que del recto del otro al ser desgarrado con esos empellones que le propinaba.
En tanto el mayor, apenas y abrió los ojos para observar cuanto el otro hacía, a pesar de que sus músculos estaban rígidos permitían cualquier movimiento por brusco que fuese, su cuerpo estaba en estado de shock, sólo dejaba que el otro embistiera arrastrando su humanidad por el suelo como si ya no tuviese control de su anatomía, esperen… estaba atado de pies y manos, no tenía control de su cuerpo.

Sujetaba una vez más la cintura para poder penetrarle con la fuerza para hacerlo gritar a él también. Le frustraba no ver completamente la expresión de Dick aunque al levantar ligeramente la vista pudo ver el reflejo de éste en la carrocería del Batimovil -… agradeceré a Bruce por la pintura del auto -.

Grayson sentía las manos de su querido hermanito que lo obligaba a mirarse en la carrocería recién pulida del vehículo que había usado hacía un par de horas. Entrecerró los ojos, prefirió no mirarlo, no responder. Ya su cuerpo estaba destrozado por dentro, mas que eso su orgullo – Ah… - sus facciones se retorcieron en puro dolor cuando nuevamente entraban a su cuerpo y así sentía la respiración irregular sobre su hombro.

Con aquella imagen pudo hábilmente sujetar con la mano libre el cuello del de oscuro ropaje, volviendo a delinear los músculos… era tan tentador matarlo allí mismo… pero sólo le provocó reírse en medio de los gemidos que su propia garganta no contenía, haciéndole toser y escupir algo de saliva: No… su intención no era matar a su hermano ¿cómo podría tan sólo pensarlo?

El menor lo tenía tan bien que se sintió completamente confiado y seguro que no haría ya nada, pero el mayor no se quedaría así como así, sin demostrar la más mínima queja, por lo que movió la cabeza con tanta velocidad que algunas hebras de su cabellera quedaron adheridos a los dedos del muchacho, ahora su nuca la estrellaba contra la cara de éste – ¡SUÉLTAME MOCOSO! – sí, era bueno, también era amable, pero no todos los días venían a violarlo.

¡Pero qué tonto! Demasiado tonto para que fuera a creérsela. La cara le dolía, especialmente la nariz que por instintito llevó el dorso de la mano a ella para sentir como salía sangre de ella; aun así el dolor le hacía despertar lentamente de su destructivo berrinche. Aun podía echarse atrás y nada pasaría… bueno quizás cuando Richard se recuperara y no lo quisiera usar para limpiar toda la guarida. Apretó los dientes y le soltó otra patada a la cadera, pero ya casi solamente como las que usaban para molestarse entre ellos.

Richard cayó de bruces sin ser capaz de sostenerse en sus propias rodillas, el latigazo de su rostro contra el suelo casi lo llevó a perder la conciencia, los dientes castañearon y de su boca resbaló un hilo de sangre, se había pasado a morder uno de los labios, nuevamente quedaba a completa disposición de que el otro atacara su parte trasera, ya mas no importó, estaba tan destruido física y emocionalmente que sólo pedía que se corriera pronto para que todo acabara. Suponía que una vez que terminara le dejaría ir.

Volvió a subir a su cuerpo, metiéndole hasta el último centímetro de su miembro a ese recto que seguramente tardaría mucho en sanar. Sujetó el hombro del mayor, para dejarlo bien pegado al suelo y no tener que mirar más su rostro: Cada que lo veía sentía un vacío en el estómago; algo parecido al capricho, pero a la vez se repetía que aun tenía posibilidad de detenerse.

Empujó con más fuerza dentro de él, jadeando a cada roce dentro de aquella piel tan caliente, tan abrigadora y húmeda por nada más que la sangre y su presemen. Deslizó la mano que le sujetaba del hombro por la espalda hasta poder sujetar las manos del otro; si Bruce volvía pronto… juraba que le diría la verdad… y aceptaría su castigo, pero por el momento se dejó abandonado de sus propios deseos.
Con los ojos cerrados siguió satisfaciéndose de forma egoísta, hasta que se sintió atragantado con la tensión que le recorrió desde su erección, hasta la base de la nuca. Un escalofrío que le hizo apretar los dientes y eyacular dentro de la persona que veía más que como su hermano, pero ahora después de haber llegado al orgasmo; aquel pensamiento sólo le hizo reírse levemente, mezclándolo con la sensación de un nudo en la garganta.

Ahora su cuerpo maltratado no fue capaz ni de demostrar disconformidad, sólo sentía que se movía ya con el cuerpo completamente adormecido debido a los vejámenes protagonizados. Respiraba cada vez que podía, sólo aguantando las inmensas ganas de devolver todo cuanto había en su estómago y así le pareció haber hecho cuando la saliva salpicaba de entre sus labios entre tosido y tosido, balbuceaba pesadamente que lo dejara mas de pronto toda imagen se hizo borrosa, tampoco sentía claramente la respiración caliente sobre su cuello ni los jadeos del chico. Comenzó a perder conciencia de todo, siquiera y podía sentir su propia garganta tragando aire. Ya todo estaba oscuro, ya no sentía nada, ni era capaz de moverse. Para él había acabado la velada, aún así, la sangre no dejaba de manar, silenciosa, caliente… humectando su parte baja y los genitales que le mancillaban de manera descabellada.

Drake se sintió perdido por unos segundos, apretando con fuerza el manto de Batman; el que ahora era de Grayson, y se sintió terriblemente culpable. Le desató casi a tirones cuando notó que ni siquiera le soltaba una de sus tontas bromas. ¿¡Qué diablos había estado pensando?! Esto no se suponía que debía pasar, al menos Richard debía haberlo dejado inconsciente y escapado en el peor de los casos, pero no, ahora era lo bastante culpable como cualquier otro criminal que conociera - Dick… -murmuró moviendo el cuerpo del mayor- Richard… por favor…-

Se sintió ahogado al no recibir más respuesta que ese respirar acompasado. Se había jurado aceptar su castigo, pero notarse a sí mismo tan lleno de sangre, no cualquier sangre, sino que proveniente del cuerpo maltratado de su hermano, eso le hizo agobiarse, entrar en una lucha interna entre quedarse o salir corriendo; pero por primera vez en mucho tiempo sintió el pánico apoderarse de todo su cuerpo. Apenas y pudo arreglarse la ropa para emprender la huida.

martes, 28 de septiembre de 2010

Sun shines...


Envy (c) Hiromu Arakawa
Art (c) Me [Edain, NowakiSakuma, Todolujurioso]


Me puse a practicar las cosas que me ha enseñado Cris, a ver si algún día me da el pellejo para hacer todo un one.shot xD

No sé si se nota que la cabeza de Envy tiene rostros deformados x//D se ve muy sexy el maldito, just like always.

Besos, en especial a Neid.

sábado, 25 de septiembre de 2010

¿Something stupid?


Sakuma Ryuichi (c) Maki Murakami
Art (c) me [NowakiSakuma, Edain, Todolujurioso)

Bath...


Enrique (c) Me [Edain/Nowakisakuma/todolujurioso]


Buehhh, hace tiempo lo había terminado pero se me había olvidado subirlo xD aquí está mi rico Enrique saliendo de su baño matinal.

Me encanta como le quedó el pelo x//D la técnica de coloreado me la enseñó mi amiga Cris.

Ya me gustaría quitarle esa toalla y dejar sus atributos al aire ´A`

viernes, 24 de septiembre de 2010

Alejandro (9)


(Ya ha pasado harto luego de la última actualización, ahora ambos personajes están bebiendo vino tinto en la sala)


Solícito e histriónico se movía en grata charla con su acompañante, ese que le miraba tranquilo y casi de manera adormecida. No obstante, entendía que no podía hacerse mucho a la buena plática, recién venían conociéndose como para que de la nada soltase la lengua, mucho menos en residencia muy diferente a las de la cofradía a la que pertenecía aquel. Le miraba atento, cada uno de sus ademanes, por de más austeros, no por ello menos elegantes, interesantes. Seguía de buen gusto la manera en que el contrario se servía el vino ofertado, ese que tan bien habían hecho en la vivienda hacía unos cuantos años y el sonido que tanto deseaba escuchar, el de aprobación, pequeña mueca con los orbes y luego desvió su mirada hacia el vino tinto que se mecía tan ladino en su copa. Dejó irrigar su paladar con aquella sustancia sin perder de vista al que estaba justo en frente a él.

Los sirvientes iban y venían, prestando atención necesaria a ambos mientras aún el silencio se comía cada uno de sus suspiros o respiración, daba igual, de todos modos él sólo se concentraba en todo lo que proviniera de su consorte. Mas el agrado fue mayor cuando le vio beber por completo, sus cejas se alzaron en una mueca de sorpresa, no pretendía que fuese tan rápido aquel hombre. Vaya que tenía sed y él pensó que estaba siendo descortés al invitarle a beber – Feliz me quedo en el regocijo que provoca oíros tan agradado de las vides mías - atado al sillón por lianas invisibles seguía en devaneo dulce la cata de alcohol y la de la visión contraria. Cabellera tan clara que invitaba a las caricias, así como la faz decorada por una marca que muy lejos de parecer horrenda, sólo le invitaba a pecar imaginando lamerla.

Llegaron unas cuantas mujeres para aposentarse a los costados de la mesa, con vestimentas limpias, esperando a que el amo indicase la hora para servir los deliciosos manjares que habían preparado para los comensales. Así desvió la mirada hacia letanía, allá donde el sacerdote no yacía, sólo esperando calmar el estado de insanidad moral – Oh… créame padrecito que a lo que han preparado para agasajarle no se podrá negar – nuevamente servían tragos al invitado, el hombre miraba a los sirvientes para que fueran cautos, silenciosos, que no molestasen de ninguna manera al hombre que tenían por delante – usted nunca importunará a nadie… - le miró a los ojos, clavando los orbes rosáceo pálido en los ajenos – créamelo… - casi gruñido gutural, caricia vocalizada que llegaría a aposentarse en los oídos del siervo de dios.

Pestañeó, el invitado le miraba silencioso como si buscara explicaciones por algo, no obstante, poco a poco su rostro se iba manchando de rojo. Sintió por dentro revoloteo incesante de miles de mariposas, sonrió igualmente sin dar a conocer todo lo que en su interno ser se cernía, bienestar de aquel que antes no saborearía y así, de la nada se alzó para mecer con cuidado el antebrazo dando invitación adecuada a su invitado – La mesa espera… mi señor – susurró lo último, más para sí que para oídos vecinos. Al pasar el rubio junto a él sólo se permitió aspirar su aroma, como un perro de caza que buscaba rastros de la liebre a cazar, como si de la nada fuera un enorme reptil al acecho en busca de la pequeña criatura que devoraría lentamente antes de relamer sus dientes y tragara la saliva espesa.

Yendo tras el invitado le condujo como pastor a la oveja, hasta llevarlo a buen paradero, la silla selecta. Sostuvo desde los laterales la misma esperando a que el otro se acomodara allegándolo cuidadoso hasta la orilla - [i]Todo es gala con usted en rededor[/i] – pensó sonriente, cortés y se dirigió hasta su puesto que no era más lejano que un par de pasos, no deseaba que el otro se encontrara muy apartado, después de todo, la buena charla entre futuros compañeros de trabajo debía suscitarse sin contratiempos, ni obstáculos. Miró entonces, de maría fría y tosca para solicitar de inmediato que sirvieran la comida. Nuevamente los pasos descalzos de los sirvientes se hicieron un tamborileo que junto a la lluvia parecía hasta música ambiental. Le miró de lleno y sonrió – Espero que los alimentos sean de toda su complacencia Padre – aún ni sabía su nombre, no obstante, no estaba seguro si era adecuado preguntarlo, se contuvo, desvió la mirada hacia los candelabros sobre la mesa, justo donde posaban fuentes con ensaladas varias.

Llegaban entonces las bandejas con dos pequeños pocillos de consomé, que no era más que caldo de ave con algunas especias, así, cuidadosamente dejaron aquellos platillos sobre los más grandes ya puestos cómodamente sobre el mantel - ¿Podría usted bendecir los alimentos padrecito? – mirada furtiva, de animal hambriento, ocasionalmente no de alimentos, sino de otro tipo de carne, una blanca y aún en movimiento, sí… la piel de ese sacerdote pintaba deliciosa, incluso sintió en su nariz como si ya la presionara contra sus muslos y resbalara por ellos hasta donde el sacerdote perdía toda castidad. Entrecerró los ojos acariciando sutilmente el mango de la cuchara de plata y no pudo evitar que su lengua acariciara el interior de sus dientes. Pestañeó lento antes de cerrar los ojos e inclinar el rostro. No escuchaba tantas oraciones, sólo se concentraba en la voz de su vecino, hipérbole vocal, todo cuanto pensaba era suciedad… gemidos y jadeos que nunca hubo pronunciado el de cabellera dorada, el pelirrojo soñaba y lo hacía a lo grande, pictogramas de su invitado en diferentes movimientos sobre la mesa mientras él le devoraba, mientras con lascivia jugueteaba con los retazos de un cuerpo que pensaba virginal. Ahhh… que festín aquel el que se daría.

Tanto pensamiento no lograba dilucidar lo que era fantasía de lo que era real – Amén – susurró con humilde voz y gesto para abrir los ojos y percatarse de que aquel hombre era poesía hecha realidad.

Tomó así la cuchara antes acariciada de manera incitadora, ahora como cualquier instrumento acomodaba entre sus dedos grandes para ir por la primera bocanada de alimento. Lento, tranquilo probó aquello, no deseaba que de entre sus dientes resbalara la más mínima lágrima de sopa, no deseaba quedar en ridículo delante de tal hombre, podría mostrar su verdadera forma delante de cualquiera, mas delante de éste sólo pretendía ser lo más perfecto posible. Miles de sutiles lisonjas para congraciarse con aquel de mirada fría y distante - ¿De qué comunidad viene el padre? – quería tenerlo cercano, aún no sabiendo la manera de llegar a él. Sólo llamó a los demás para con la mirada indicar que mantuviesen llena la copa del sacerdote – Como médico el licor actúa… ya verá que el cuerpo haya candor en una noche tan fría – susurró con dobles intenciones, puesto ya sabía lo que haría.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Kyrie, eléison



Al fin terminé el dibujo de Alejandro y su amado Alfred. Sí, no es una monja, es un monjO, bueno, en la trama Alfred es un sacerdote inquisidor.

he estado escuchando la siguiente canción mientras dibujaba, me inspira *//*

Imagen dedicada a Haro.chan, con quien juego esta trama tan interesante, le doy gracias por esperarme a pesar de que demoro en responder =___=

lunes, 20 de septiembre de 2010

Alejandro's lover



Un dibujo rápido, me imaginaba al religioso sentado en el suelo de una habitación oscura, encerrado. Donde lo hubiese dejado Alejandro con el fin de que no se le escapara antes de hacer mañamañaña~

Dibujo dedicado a Haro.chan [Kasu]

domingo, 19 de septiembre de 2010

Amor en la basura



Tabla: Retos sueltos
Reto: 7. Amor en la basura.
Fandom: Original [Bernardo y Catalina]
Advertencias: Emo
Número de palabras: 508

Oscuros cristales interponíanse entre sus orbes y miradas furtivas de aquellos quienes más le querían. Sonrisa amplia y los abrazos correspondientes, caricias en las espaldas mientras silente avanzaba. Respiraba hondo a la vez que acomodaba su larga cabellera ensortijada, así era como Catalina a su vehículo llegaba. Ya los amigos habían subido y le esperaban, uno de ellos subía el equipaje a la maletera.

Hacía semanas había dejado el país, había corrido con suerte, aún así el tiempo había transcurrido tan lento que se le hizo una eternidad, necesitaba verle, contarle que estaba bien, lo amaba.

No obstante, el que no llegara a recibirla le dejó perpleja, las miradas de sus más cercanos algo escondían, esperó a no hacerse falsos problemas y prefirió mostrarse serena y hasta contenta de que todos ellos estuviesen cerca. Montó en su carro y fue llevada hasta su hogar, donde buenos padres le esperaban con una comida especial

Pero… él no llegaba. De vez en cuando se percataba mirando por la ventana hacia la entrada, justo donde aquel aparcaba su vehículo como si con ello fuese a llegar más rápido – Han sabido algo de Bernardo – preguntó al aire, en melódica voz para que no sonara arrogante.

Se miraron sin contestar, sólo la madre se adelantó para besar su mejilla y acariciar su mollera en un ademán por demás protector – No creo que venga… - susurró antes de sus dedos hundir en la espesa cabellera de la muchacha y pegar su cabeza a la de ella – está algo ocupado estos días –.

Rodó los orbes un tanto desencajada, qué más importante que la llegada de ella, después de tamaña muestra de amor - ¿Qué sucedió en mi ausencia? – la voz tentaba a la pena.

Y así fue como los progenitores comenzaron a explicar que en el corto lapso de tiempo en que ella estuvo de vacaciones, el muchacho fue obligado a casarse con alguien. El dinero, siempre el dinero fue la razón por la que el muchacho enamorado cediera. Muchas personas dependían de su actuar.

A la noche, asistió aún sin invitación a la recepción que se daría en la residencia Ackermann, donde se felicitaba a los recién casados y se les deseaba infinita felicidad. Pues bien, quién podría desearle más felicidad al novio que aquella que por amor salió del país para hacerse un aborto.

Aquel ni tuvo opción de negarse, pues nunca lo supo. Ella no quería arruinar su vida con un “mocoso”, simplemente, Bernardo tenía muchos sueños, sueños tan grandes en los cuales un hijo aún no pintaba, la chica había decidido por el bien de ambos que los descendientes esperaran, sin saber que el futuro en común sería cruelmente truncado.

Pidió explicaciones mas no logró escuchar todo, una bofetada fue lo último que el chico recibió de ella.

Aún el alma de la chica unida a la de él permanecía, invisible nudo que no se rompería ni en las más cruentas batallas de la vida a pesar de que el amor esté tirado en un montículo de recuerdos, ahora basura.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Teguid Techrabu



Manos pálidas y tan frías como la piedra temblaban a medida que el cuerpo se arrastraba dejando huellas de su basta existencia en la nada. Huesos torcidos, expuestos a la visión del mundo mientras los trozos de músculos en proceso de descomposición los abrazaban como abrigando a un bien apreciado – Ahhh… – jadeó leve como una serpiente mal oliente, siseando enredado aparatosamente en la piel que dejaba atrás, no obstante, dicha piel no era más que toda la corporalidad, toda ella, para poco a poco desintegrarse en fino polvillo.

Murallas, altas y negras resguardaban los vestigios de otras eras, señales de humano deformado, evolucionado, decepcionado de su suerte… de su existencia. Y así, en torbellinos silenciosos avanzaba la masa hecha polvo, se entrelazaba con retazos de gradientes de diferentes colores, le gustaba diseminarse, posarse en todo lo que habitaba, examinarlo con paciencia abrumante. No había apuro, nadie le llamaba, nadie le interesaba como para avanzar de manera rápida.

Amante de lo áfono en silencio errumbaba, con señales de presteza, ligereza… monotonía concebida en una locación sin límites conocidos que pudiese traspasar siquiera. Lo exasperaba… no obstante, debía admitir, que todo el encierro conllevaba ciertos gustos por los gritos y blasfemias emitidas por las criaturas vecinas, no tan gráciles como deseara, bestias de ojos saltones y mejillas pálidas pinceladas en rosetones, frágiles cuerpos que se mecían con el viento, aglutinando sin fin de debilidades, dulzura… amabilidad, bastas formas de existir que no comprendía, ni deseaba experimentar.

Trayecto incierto, mas para todo lo que tenía que hacer allí, era nada más que entretención, ánimo de explorar los lóbregos rincones que le proporcionaban una que otra figurilla inexperta, dispuesta a la pasión. Pasión… sacrificio… qué más daba el vocablo a utilizar, era mucho mejor sentir los gritos, la expresión en su mirar, cada vez que intuían que hasta allí llegaba su boleto en la travesía denominada vida. Ahh… gusto insaciable por lo que pronto yacería en la cripta. La misma que tenía en las mismas vísceras. La misma que le invitaba a una danza sin fin, una danza donde el único que gustoso y preparado era el oscuro… polvo que se condensaba entre las tablas del suelo y que de la nada se convertía en sanguinolenta masa que se revolvía, burbujeaba. Sonidos guturales, otros más explícitos de la carne revuelta y hecha trizas, amasándose como una verdadera lombriz sanguinolenta.

Hedía… a vida, a la misma vida que recorría su ser, la que arrancaba de otros a la hora de comer. Nicho de afecciones, cuál de ellas más macabra, bilis, pus, derrames varios, hacedor de dolencias más allá de lo carnal, comenzaba a arrastrar su putrefacta humanidad, por paredes se deslizó y las rendijas traspasó, orillas oscuras de las que se sirvió para viajar más pronto. Husmeaba acechando, descartando lo que no fuera de su complacencia, al parecer, nada de lo presente allí lo era.

Todos, para él, infames entes eran, sin valor aparte de servir de nutriente, bebida o carne… daba igual, hasta en el deceso les servían de entretención.

Fortuito fue el que llegara a un lugar nunca antes visitado, varias plantas, muchas en realidad, más de las que gustara, más de las que aceptara. Residente disgustado con la visión tan “viva” desapareció por completo dejando que su cuerpo alcanzara temperatura tal que su dermis se esfumó como gas, del mismo modo sucedió con las vísceras contenidas por la piel repugnante. En cuestión de minutos no era más que lagunas derramadas entre las plantas, como manchas grandes de agua, agua oscura y de gran poder fertilizante, tanto que los mismos vegetales comenzaban a decaer significativamente en meros segundos de contacto con el nuevo alimento.

Los sentidos de pronto detectaban manjar que embelezaba, necesitaba acercarse y de pronto la marejada como brea, divisaba a lo lejos un par de figuras de piel tersa, camuflaje perfecto, verdosa gama de orbes y cabellera ostentaban, debía acercarse, examinar… análisis forense propiciaba desarrollar.

Las gotas de oscuro color ascendían por los tallos y se acercaban a las hojas para que al momento de caer de la planta se convirtieran en una marejada de lepidópteros de oscuro matiz, sobrevolaba así a ambas entidades con el único fin de rozar dermis ajenas, probar deseaba, degustar lo que se presentaba.

Alejandro (8)


Silencio reinante, asfixiante la mayor parte del tiempo, sólo quebrantado por tan deliciosa combinación de melódica entonación de la voz contraria. Eso le parecía. No por ello se dejaría a la liviandad de observarle sin más, sino que continuó con su meditación, su pensamiento sobre qué hacer en la situación que trajeran de la nada ante su presencia. El vivir alejado de su pequeño “reino” no le hacía gracia, ninguna en realidad. Dejar todo atrás por ir tras esas faldas muy a pesar de que no fueran las de una agraciada dama. No le parecía muy buen trueque, sin embargo, sabido era que la Iglesia cancelaba a justa hora, a pesar de que con el tiempo hacía menos cuantiosas las sumas de dinero. Eso era lo que refrenaba su espíritu aventurero.

Claro si fiar su destino debía, no había mejor que al Señor. Magnánimo y bravo ente que reconquistaría muy pronto sus derechos sobre las almas impías, camino más propio para un alma atormentada no había, el ayudar al sacerdote a la salvación de almas le encaminaría en la senda del bien. Deslizó el tosco pañuelo por su párpados en busca de secar algo si quiera parecido a lágrimas al momento de toser antes de llevarlo a buen recaudo, entre los pliegues del abrigo que no se quitaba ni por si acaso.

Acostumbrado a bruto comportamiento se percataba de la delicadeza del ser contrario, sus movimientos y miradas furtivas le entretenían como le ponían nervioso. Tal vez buscaba tentarle para hacer caer en pecado y a penas terminar el trabajo llevarlo a la tumba, tan silenciosa, tan límpida. Suspiró – Esclavos… - pensó, tampoco es que le interesase mucho sus vidas, después de todo, no era trabajo de la Iglesia preocuparse por almas, que en muchos casos ni conocían de la existencia del Padre – Uhm… - aún no lograba convencerle completamente si aquella empresa sería lo más apropiado para un hombre como él. Siempre viviendo en abyección profunda, una bestia ruin no osaba ni asistir a la Iglesia, de hecho, se lo tenían prohibido por tener a algunos esclavos moros en sus filas. Ahora que el mismísimo inquisidor había llegado a su residencia debería debatirse entre obligarles a hacerse católicos o de plano truncar sus vidas. Ni demente permitiría que por un puñado de simples esclavos, animales de bajo rango, tomasen la propia.

En cuanto el hombre habló sobre sus tierras no pudo evitar sobresaltarse, cómo pretender hacer ajeno lo único que poseía en ese mundo tan lleno de pobreza. Sonrió altivo para su interlocutor y entonces sus dedos entrelazó para avecinarse lo suficiente y mirarle pedante – Cuán amargo para mí es tener que rechazar la solicitud de deshacerme de mis bienes inmuebles – silbaba su voz entre los pliegues de los vendajes que tan bien hubo colocado en la mañana antes de su traje – Sabrá usted que poseo varios terrenos y muchos más esclavos, no obstante, muchos de ellos son de mi confianza – pues claro, esos mismos esclavos ya mayores a él que en un inicio le ayudaron a hacerse de la fortuna que poseía, no se desharía de ellos, por lo mismo les había dado un nombre nuevo y les permitía en secreto llevar su religión pagana, para el mundo aquellos no eran más que fieles creyentes de la religión católica y así seguirían pareciendo. Iban a misa a pesar de que a su amo le negaran la entrada, pues el sacerdote de la ciudad pensaba que debía salvar las almas de aquellos que han de habitar en el infierno terrenal – Debería confiar parte de mi fortuna a ellos, que con justo tesón prosiguieran con la transacción que se lleva a efecto en esta ciudad – por el bien propio por sobre el de los demás.

Y así la charla continuó mientras él observaba a tan buen acompañante, uno de los esclavos se hacía presente y hacía reverencia de rodillas pegando la frente en el suelo para dar la bienvenida al inquisidor, aún desconociendo los motivos que le traían. Un esclavo convertido y muy creyente que trataba por todos los medios de ayudar a sus pares. Una vez que se presentara ante ellos, así inclinado preguntaba si deseaban beber algo. Amago lento y firme el hombre de la casa ordenaba dos tazas, una para sí, de café y una de leche tibia para el religioso, supuso que aquello compondría su cansancio y le animaría un poco más para continuar con su charla. El hombre de color salía así inclinado para no observar sus rostros, temía al castigo que pudiese recibir si osaba por milisegundos observar sus orbes.

Sonrisa del invitado más llana e inspiradora, le reconfortó el alma y provocó sentimiento de vergüenza, no pudo evitar entrecerrar los orbes, de pronto daba gracias de llevar cubierto el rostro, pues sus facciones eran por completo reproche de cuanto se le acercara, de cuanto le hablara y le mirara. Empero las palabras de los compañeros de aquel inquisidor borraron todo atisbo de templanza y amabilidad, convirtiendo esa mirada en rabiosa y por completo abrumada – Muchas veces se juzga a los libros por la portada más que por el contenido – susurró molesto y sin poder evitar demostrarlo, así regresó hasta su asiento para cubrir una de sus piernas con uno de los bordes del cuero de ese tosco abrigo.

Mas todo parecía tan extraño, en vez de que el recién llegado se amedrentara por su comportamiento, parecía querer indagar más, incluso le pareció verle acercarse. Un momento, claro, había desprendido su cuerpo del respaldo del sillón donde tan cómodo había caído y ahora más cerca del anfitrión hablaba, tranquilo e incluso paternal, buscando razones para el mal obrar de sus pares.

Miró hacia un costado, sin poder contener una media sonrisa que sólo se representó por un leve entrecerrar de orbes - ¿Pecado? – le miró derecho a la cara – Sólo el pecado de haber nacido y no es que con eso me refiera a algún tipo de conversión, pues de infante, ya las primeras palabras fueron destinadas a Nuestro Padre – se persignó.

El esclavo entraba con una bandeja, acomodó las tazas cerca de aquellos y con un lechero de porcelana vertió tan albo riachuelo que salpicó en el pálido y delicado contenedor, así sin tocar siquiera los bordes de las tazas con sus dígitos, se retiró ofreciéndose para cualquier tipo de solicitud que deseasen formular.

Desvió la mirada, la tensión se sentía en el ambiente, supuso que siendo el contrario un religioso obraría igual que sus semejantes. Aún así, no pudo más que agregar – La razón de que así me llamen, es que llevo la marca de la bestia – entrecerró los ojos y muy lejos de acomodarse para beber de lo que tan bien aromatizado le sirvieran, alzó las manos para comenzar a desprender la tela de su rostro, dejando a libre albedrío la imagen siniestra. Sin dermis que recubriese sus labios y mejillas había nacido, por ende nadie le parecía que fuese buen ejemplar de católico, ningún humano que se enorgulleciera de ser católico traía marcas de nacimiento en su cuerpo. Por lo general, eran extirpadas a pronta edad, o tal vez sacrificados. Mas al ser su marca de tamañas proporciones no pudieron cubrirla con nada, tampoco asesinarlo era solución para mitigar el dolor de esos padres. Aquellos que después de años de sufrir por causa de haber traído al mundo al “hijo de Satán” no dudaron en deshacerse de él para limpiar sus arruinadas existencias.

- Dígame usted – El rostro en parte cadavérico le hablaba – ¿Es pecado el haber nacido así sin saber yo la razón de mi falta? – Cabía la enorme posibilidad de que el sacerdote arremetiera con toda la fuerza de la ley sobre él, que le condenara por nacer imperfecto ante los ojos de los hombres.

Temptations [fragmento]



[Ulbrecht-sama X Ryuichi Sakuma]


En deliciosa languidez sumido le veía. Como pequeño niño envuelto en vaporoso traje sentía al perpetrador que localizaba su parte más íntima y le pellizcaba con osadía, con necesidad, con deseo, hasta vulgaridad.

Los suaves párpados coronados por espesas pestañas se inclinaron, escondiendo así el pudor que sentía ante aquella presencia tal vez maligna. Muy cerca de su oído aquél dejaba un racimo de palabras con las que el peliverde se vio desnudo de la nada.

Sintió enmudecer su garganta cuando Ulbrecht le obsequió el fecundo calor de su mirada y sus labios se curvaron en simil lujuria para con el cliente - ¿Quién en vanos escrúpulos repara? – aquel suave silencio que convida al sueño sólo era interrumpido por la cálida respiración de aquellos dos hombres en cortejo aparente y una vez más la voz germana se hizo escuchar, haciendo más que evidente lo que anhelaba.

Prestó a todo perspicaz oído, ansiaba aquel encuentro impúdico. El hombre se presentaba con los ojos gachos y el picarezco rostro pincelado de matices en rojo. Las espesas pestañas se alzaron, y con inocente y vivo centelleo de azules orbes afirmó ante la consulta del que sobre su cuerpo permanecía - Huelo su cuerpo, huelo su lujuria – Alzó el rostro y trémulos dígitos recorrieron el rostro cercano – Siento sus labios calientes en mi boca – pensaba con los ojos cerrados a la vez que su lengua acariciaba la contraria – Puedo sentir su cuerpo sobre el mío – el otro lo aquietaba, permitía así comenzar con el festín depravado.


{ E · x · t · r · a · ñ · á · n · d · o · l · e }

jueves, 16 de septiembre de 2010

Las cosas de Shaln



Alejandro (7)




Le vio acomodarse, tan tranquilo como elegante, sin duda aquel no era un simple sacerdote salido de las entrañas de la tierra, tampoco pensaba que su origen fuera humilde como el propio niño Jesús, sus miradas y ademanes delataban una vida exenta de infortunios propios de la clase más baja de la sociedad. Sólo entrecruzó los gruesos dígitos con el fin de prestarle atención a sus palabras. Aún así, podía entretenerse mirando la manera en que se acomodaba cual virgen en su noche de bodas y es que le sentaba tan bien el hábito, incluso pensó que podría atraer de manera lasciva a todos los que quería bajo su mando. Sonrió para sus adentros, como si él gustara de los hombres. De hecho, ni gustaba de las mujeres, no es que fuera virgen, no obstante, no era su primer necesidad el enredarse emotivamente con alguien, no, eso había quedado en el pasado, cuando todos aquellos que tuvo cerca le habían dado la espalda en el momento menos apropiado.

Sonrió ante las palabras frías y el mal carácter de su invitado, vaya que tenía la lengua afilada aún sabiendo que con poco esfuerzo podría quebrarle la espalda en varias partes, ultrajarlo e ir a lanzar su cadáver frente de la iglesia, clavado a una cruz de madera rústica. Silenció sus pensamientos y sólo sonrió para aquel en mero gesto de desfachatez - ¿Está seguro de poder castigarme? – los ojos había alzado lentamente, casi como orando al Padre mientras los posaba en las facciones angulosas y no menos deliciosas, ese hombre sin duda era fiero, sabía lo que quería y no se disminuiría ante cualquiera. Por supuesto Alejandro no era como los pelafustanes del exterior, sino uno más grande, tosco y agresivo; al cual debían atrapar entre varios si deseaba provocarle algún tipo de martirio.

Alejó vanas ideas en mente para no perder de las palabras de su interlocutor, quien entretenido estaba en dar a conocer su interés en él, en realzar de extraña forma la importancia que le imputaban, incluso su mirada mutaba a una más dulce y paternal consigo. Entrecerró los ojos para producir sonido gutural, ronco y bruto, sin ninguna explicación más que un mero resoplido de cansancio tal vez o muy poco interés en las palabras que el eclesiástico dejaba entrever – Sólo una persona que nunca haya conocido de Nuestro Señor podría alzar blasfemia tal de no conocer Instituciones Sacras que barren con los males que ciernen sobre nuestras cabezas – acertó a responder con bastante carácter y pesadez.

Con fervor aquel hablaba sobre los pecadores, la manera en que debía ajusticiarles, en cambio Alejandro, no imaginaba tales actos como castigo, más bien, sentía que la Iglesia daba buen descanso a las almas atrapadas en cuerpos pecaminosos, llenos de atroces deslices. Por lo que sólo escuchaba sin interrumpir. El hombre no se daba cuenta, pero sólo había llegado al pueblo a limpiar la escoria de las calles. Respiró hondo, de pronto pensó que podría respirarse nuevamente aire limpio como en alta mar. Los que se quedaban en las ciudades estaban destinados a sufrir los males de la desfachatez de la carne.

Y así volvió a perderse en la labia del contrario, años de estudio y buenos modales afloraban de manera tan graciosa que se le hacía imposible quitarle la vista de encima. Se lo imaginaba tan pulcro y libre de manchas su piel que a pesar de la gran marca en su rostro evitaba pensar en ella; no, ciertamente eso era algo que le atraía más el interés en conversar con él, en escuchar sobre su obra y sus deseos para la ciudad. Él en cambio, muy poco gustaba de conocer lo que sucedía con los demás, sólo se abocaba a su trabajo y luego a descansar, cuando había que aportar divisas a la Iglesia, ofrendaba las necesarias, como buen hombre que era y como buen administrador de su negocio, no por una pequeña cuota negada a Dios iba a perder todo lo que había logrado hasta ese día.

Y entonces, de la nada escuchó las palabras mágicas “La Iglesia le ofrecerá favores si acepta estar bajo mis órdenes”. Aunque la idea de estar bajo las órdenes de otra persona muy poco le gustaba, lo de los favores le parecía buen trueque, eso si se referían a compensaciones económicas, sólo entonces tomó la palabra – Le seré sincero padrecito – aclaró la voz para retomar sus palabras – será incorrecto tal vez que yo pregunte el tipo de favores que recibiré – su rostro incluso sonreía, bueno, sus ojos, puesto que aún el maxilar llevaba escondido con tamaña envoltura que nadie pudo siquiera distinguir su rostro de alguna manera más que por el simple movimiento al momento de emitir sonido. Se levantó y llevó las manos a la espalda con el fin de encamarse por la habitación, meditativo – comprenderá usted, un hombre de negocios apartado de sus empresas perdería todo cuanto ha construido durante su vida – alzó el índice para evitar que aquel contestase – Bien dice la Palabra que uno debe deshacerse de todo aquello que le ate a la tierra, mas… sin mi protección todos los que bajo mi techo se asilan terminarán como los que ha de detener de inmediato al momento de iniciar su Santa misión – Se detuvo entonces para mirarle, ahora, de pie a cabeza vislumbrando algunas hebras doradas saltar de entre sus negras vestimentas.

Tenía el ceño fruncido, no por enojo sino por observar tan deleitable compañía. En cada ir y venir, a hurtadillas clavaba sus claros orbes en los ajenos, tan jóvenes, tan bellos, se rendía ante la hermosura del silencio casto y religioso, a la virginidad que brotaba de cada uno de esos poros. Dulce mirada a pesar de lo fría y casi malvada, no obstante, lo que le hacía caer en pecado eran los labios por los cuales la mirada vagaba perdiéndose en pecaminosos pensamientos. Y de pronto el sobresalto de percatarse de su mirada fija para con aquel. Tosió un poco para hacerse el desentendido y continuó con su caminar lento y poco elegante - ¿Qué podría ofrecer que apeteciera a un comerciante como el que ha elegido? – sonrió entonces para sentarse - ¿Qué fue lo que le hizo acercarse a mi morada justo después de tan largo viaje?, discúlpeme usted, pero se le ve bastante agotado, ¿se siente bien? – Ganas de cogerlo con cuidado de la mano no le faltaron, el simple hecho de imaginar tamaña grosería, le escocía, le inquietaba. Tamaña desazón le invadió, tanto que tuvo que arrancar de uno de sus bolsillos un género mal recortado para llevar hasta su frente y quitar así el rocío tibio: sudor de su frente.

No había duda, este trabajo lo llevaría a la ruina… no obstante, no le parecía tan mal si podía llegar a tener la gracia de escuchar por más tiempo aquella voz angelical.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Vigilando



De costado le observaba hacía ya rato en completo silencio, sonreía. El cabello se enarbolaba con el viento.

Ella apareció de la nada, interrumpió el sacro silencio que ambos compartían con el fin de comentar algo que ni alcanzó a escuchar. Ellos sonrieron mas él quedó sin palabras, no había entendido, sólo les veía en complicidad.

La mirada de su compañero se cruzó de la nada con la propia, el colorín hizo un movimiento de ceja como si preguntase qué sucedía, no obstante, el pelinegro sólo le dio la espalda.
¿Qué mierda le pasa? − Se preguntó el mayor, algo deben haberle dicho para que no haga caso a sus miradas, ¿cierto?

Sólo presionó un poco los dedos contra uno de sus muslos y volvió a sonreír observando los edificios apiñados en esa fría y poblada cuadra. Callejones oscuros salpicados en cada punto estratégico invitaban a realizar ideas macabras. Respiró hondo y no pudo más que hacer lo que su mente le ordenaba, espiar nuevamente al chico que había estado conversando tan animado con él.

¡Oh!, ¡¿Pero qué mierda?! − Exclamó mentalmente al girar su rostro y ver a la chica tomar las riendas de la situación, se reclinaba hacia delante empujando al contrario con su busto gigante para apoderarse deliberadamente tanto de su cuello como de sus labios.

Todos los demás sonrieron, hicieron bromas acerca de lo que hacían esos dos, empero el colorín desvió la vista sereno mientras resbalaba sus toscos dedos por la corta y desprolija barba… aparentemente tranquilo.

Ella separó sus labios carnosos del chico y luego lo apretó contra su cuerpo bien delineado por las prendas adheridas a su dermis. Así Dick pudo ver por fin, entre la cabellera, a su buen compañero − Está que explota − Podía sentirlo. Nervioso se separó de ella para limpiarse los labios antes de volver a su lugar cercano al de cabello cobrizo.

Ahora era él quien mantenía los ojos clavados en Arsenal, dubitativo ¿Se debería acercar más?

What what (in the butt)



Este video me lo ha pasado Mookyul cuando charlábamos, me ha parecido bastante entretenido, más bien chistoso, aunque el morenito está bien bueno, bueno, no es que sea un mijito rico, pero al parecer tiene buen físico.

¿Comentarios?

Alejandro (6)



Con solícito afán mecía los dedos ligeros cual tentáculos sobre la rugosa lámina de papel en la que con justo detalle dejaba todo anotado, entregaba un documento donde se estipulaba la condición del esclavo y que no había devolución de ninguna clase. Por lo que el dueño se sometía a la completa potestad del individuo a comercializar. Aún con el cliente apostado frente a su persona, de cara a cara mientras terminaba de rellenar la forma y ambos estampaban sendas rúbricas, por el rabillo del ojo visualizaba oscuro manto avecinarse, mas no hizo movimiento brusco ni adelantó palabrotas. No gustaba que se aglomeraran cual tropa de animales o esclavos personas que se hacían pasar por nobles caballeros. Puercos insensatos animados por el celo que calentaba sus entrepiernas, en busca de buenas esclavas que apagaran el fuego que traían hacía meses por no ser capaces de atender a sus esposas. No lo iba a saber, las esclavas jóvenes y bonitas eran las más rápidamente adquiridas. Si hasta llegaban a los puños con el fin de ver cuál de ellos sería quién la cubriría. Los primeros años, le pareció en exceso violento y agresivo, mas pronto halló en el acto aquel jolgorio y burla de la propia humanidad rebajada hasta lo más básico, el instinto animal que se superponía por sobre la etiqueta y mucho peor, por sobre la religiosidad.

Ahora y de la nada unas cuantas monedas amarillas llamaban su atención que no fue más que una mirada furtiva hacia el dueño del manto ennegrecido y para su extrañeza, con algunas manchas marrones, color que conocía de muy cerca, el mismo las tenía, dispersas por el abrigo que tan antiguo y rasgado se hallaba por los contornos que llamaba más la atención por las costuras grotescas con las cuales remendaban las esclavas su vestimenta. No sonrió y si lo hubiese hecho tampoco aquel hombre hubiese detectado el ademán de burla, ¿con simple tres monedas esperaba una atención oportuna? Negó en silencio y luego desvió la mirada hacia aquel que cerraba el trato y una bolsita de monedas de plata depositaba junto a su mano siniestra. El saludo de rigor antes de que se alejara de él acompañado de dos de sus hombres que arrastraban cual cánido atado de pies y manos a la mujer, aquella que se debía preparar para su primera vez en cualquier esquina de la residencia de su nuevo amo. Señorita, no… un utensilio más de la casa, después de desfogonar a su propietario debía atender rigurosamente las tareas que le encomendase la esposa del mismo, a ver si no se encontraba en triángulo y la dueña de casa terminara por partirla en dos con un hacha. Bonito espectáculo por cierto, bonito espectáculo.

Y así como ni caso prestara al eclesiástico bien ataviado en sus cuantiosos mantos, sintió e peso de algo golpear su mesa. Su rostro anguloso llevó hasta la faz contraria con el movimiento sereno de sus orbes casi albos que cayeron justo donde buen túmulo de monedas descansaba enredadas en el interior de fina tela. Alzó una ceja, le miró tranquilo. Ya uno de sus hombres se adelantaba para cogerle cariño a ese montón de dádivas de los feligreses cuando movimiento repentino de una gruesa mano cogió el machete aún clavado en la madera y partió uno de los dedos del violador de tan sacra presentación ante él. A pesar de tan noble causa que le llevó a protestar de manera tan violenta, no pudo evitar manchar la mesa de tinta roja, los pliegues de papel, así como las monedas del religioso.

Levantose molesto en ese instante y de un empujón le hizo caer a él y a tres más que se encontraban a su paso – ¡A la otra, no habrá compasión si vuelves a posar tus manos en cosas de Dios! – ladró estático cual can apunto de atacar, mas sus labios no se mostraban, de hecho, ni los poseía, sólo un rostro desfigurado, eso era su cruz, la arrastraba por los pecados que pensaba poseer. En el religioso aparte del dinero que éste portaba, veía además una manera de salvar su pecaminosa alma, tan pecaminosa que hasta en su cuerpo se demostraba la fealdad de su espíritu. Inclinó entonces el rostro y con leve movimiento de sus dígitos postró silenciosa ofrenda de respeto hacia el Señor – Todo el tiempo del que desee nuestro Padre – susurró con calma ante las miradas atónitas de sus hombres.

Raudo cogió el pañuelo para atraerlo y que no quedase a libre albedrío de aves rapaces. Alguien comenzaba entonces a entonar alaridos, buscaba ser atendido con urgencia, lo mismo de siempre, de seguro se le había elevado la temperatura y necesitaba de una mujer. Miró a sus secuaces y estos acudieron al movimiento de cabeza, atenderían a tan animado comprador, mientras más la deseara, más ganaba el pelirrojo. Sonrió acomodando la tela que jugueteaba a rozar la mitad de su rostro inclusive la nariz aguileña. Giró, pesado y tan alto como un árbol de gruesas ramas que ofrendaba asilo a todo el que estaba en rededor, mas Alejandro no era una blanca paloma a la que todos se acercaran debido a lo espléndido de su mirada y arrullo celestial, más bien se alejaban y aterraban cada vez que eran testigos de su marca.

Fijó en el hombre de baja estatura y cubierto de luto la mirada antes de mecer su mano en presta invitación a seguirle de cerca – Venga Padre… - ya la tosca vestimenta comenzaba a mecerse, arrastrando el lodo por donde pasaban, tal vez como una aplanadora que dejaba buen camino para que el más bajo avanzara, quién dudaría ahora en darle espacio a Alfred para que caminara tan libre como había nacido, lejos de empujones, de codazos y pisotones. Ahora le miraban desde distancia, con respeto e incluso se inclinaban ofrendando respetos a su atuendo, a lo que significaba, a su mirada que por más que intentara endulzar, muy lejos estaba de ser límpida y casta.

Llegaron así a la parte trasera de la casa, donde el anfitrión se apuró en abrir una puerta que diera acceso al interior – Pase usted – susurró empero su gesto sonó tétrico, miradas ajenas aún clavadas en la pareja, murmullos evidentes denunciaban tal vez malos pensamientos que pudiese llevar a efecto el hombre. Una mirada desvió hacia aquellos y sólo negó antes de entrar tras el contrario. Cerró y el estruendo hizo que los sirvientes al interior saltaran en sus puestos, comenzaron a correr, se sentía la incomodidad de ellos, parecían aterrados de que el dueño llegara antes de tiempo. Algo pasaba. No obstante, desvió su caminata diaria por las instalaciones de la casa para ir hacia una pequeña sala que casi nunca ocupaba. Sillones cómodos y una mesa ridículamente pequeña decorada con un ramillete de flores, hermosas.

Invitó al religioso, con movimiento sagas, a que tomara aposentos en el mejor lugar. Prosiguió su caminata hasta acomodarse en una silla más firme que pudiese con toda su humanidad – Usted dirá Padrecito… ¿con qué fin un religioso llega a mi humilde morada si no es para el castigo divino? – acomodado como vil truhán, desviaba la mirada por senderos que no debía, intrusear entre pliegos miles hasta ahondar en la figura contraria, de seguro era delgado, mas por la forma en que caían sus túnicas, debía tener buenas caderas. No lo pensaba de mala forma, más bien como la costumbre que tenía de analizar los cuerpos que cercanos tenía.

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