miércoles, 20 de julio de 2011

s/c
















domingo, 17 de julio de 2011

Masato my new love u3u







Es que cada vez que lo veo se me hace agua la boca y lo quiero YA!!! sehhh por eso lo tuve que dibujar, a veces me recuerda a Daisuke [Que lo rolea mi perri u3u] pero no. Ashhh y su voz es tan masculina, si uno lo escucha y no parece tener esa carita, aunque debo aceptar que parece un uke y LO ADORO!

Sehhhh -.- Masato.kun ai shiteru (?)

El personaje no es mío, es de una serie que ni recuerdo como se llama xD no importa porque es shoujo, así que da igual.

Art (c) me.

miércoles, 13 de julio de 2011

Happy B-day Chawia






Regalo de cumpleaños para mi amiga Chawia, de DA.
Espero que le guste y que lo haya pasado muy bien en su día.

Suguru Fujisaki (c) Maki Murakami
Art (c) me

No te manches de amor







Ryuichi Sakuma (C) Maki Murakami
Art (C) Me

lunes, 11 de julio de 2011

Purpúrea

Feliz cumpleaños adictos a la escritura.

Todas las tardes, cuando el sol llega a su punto más alto, ella alza la mirada hasta el tope de la torre y suspira silenciosa, allí se encuentra el príncipe. Lo desea con todas sus fuerzas, mas calla arrugando entre los dedos el delicado pañuelo heredado de su abuela.

Enfundada en un largo vestido de la clase alta deambula por la corte haciendo las labores que las damas suelen realizar. Mas el rostro inclinado denota su melancolía, la delata a pesar de su insistente mirada lumínica.

— Mi señora —. El hombre se inclina en son de respetos fingidos hacia la muchacha quien de inmediato le responde con símil ademán.

— Mi señor —. Susurra sin elevar la mirada más que para atender a las palabras del anterior.

Así él ofrece su antebrazo, ella posa sus dedos con delicadeza sobre el mismo para comenzar con el paseo silencioso a lo largo del corredor coronado de enredaderas de bastos años de antigüedad. La charla se hace menester por lo que el muchacho ofrece deleite en diversas temáticas, como… la guerra que se desarrolla más allá del territorio que abarca su propiedad. La rubia señorita continúa en silencio, sonriendo de vez en cuando, la mano le tiembla, está nerviosa. Él se da cuenta.

— ¿A qué se debe su semblante sombrío? —. Ella calla, se muerde el labio inferior y sólo le mira a los ojos como si con ello respondiera. Mas él en gentil acto de cercanía lleva la mano hasta posarla sobre los dígitos de la doncella — ¿A qué le teme? — Susurra aparentemente intrigado; la muchacha niega, hace una reverencia y besa con primor el dorso de los dedos ajenos.

— Mi señor, os pido seáis indulgente conmigo y me permitáis retirarme a mis aposentos —.

Las miradas de los guardias del castillo se hacen notar. El monarca los observa de reojo y luego asiente —Ve… — le dice.

En cuanto ella se retira, él se gira hacia el murallón que tiene en frente, respira hondo y avanza un par de pasos.

— Mi señor ha sido bastante amable últimamente —. La madre aparece desde el fondo para acercarse a su único retoño con el fin de darle un par de palmadas en un hombro.

— Debo seguirlo siendo —

— … —. Sonríe ella — No pretenderás desposarla después de todo lo sucedido, no después de todo lo ocurrido —. Arrugaba el entrecejo para demostrar su descontento pero él se giró para acariciar sus mejillas, tan pálidas y frías como el corazón que de seguro tenía dentro de ese torso finamente contorneado por la naturaleza.

— Claro que no — Dijo sagaz como zorro — Mañana por la mañana, se probará el vestido de novia, es en ese momento en que iré de visita a sus aposentos. La mirada de la mujer parecía desconcertada. — Ah… madre, si pudieses comprender sin necesidad de tantas explicaciones — se alejó de ella.

En efecto, eso sucedió. Al día siguiente el joven rey, de diecisiete años, hizo su aparición en los aposentos de la doncella que desposaría. Sin mediar comentarios y sin importar que ella cubriese su vestimenta pálida con retazos de otros colores, él se acercó a la muchacha.

— Mi señor — Sus rodillas casi llegaban al suelo — ¡me hace daño! — él la había agarrado de la mano y la arrastraba por el suelo con el fin de llevarla hasta el ventanal.

Sostuvo su cabeza entre ambas manos para dirigir la mirada de la muchacha hacia la cima de una de las torres —¿Recuerdas lo que sucedió hace un año, amor mío? — Ella temblaba — ¡¿RECUERDAS?! — soltó una carcajada. No esperó a que ella se decidiera a responder, por lo que rasgó las capas de esa vestimenta blanca, el llanto de ella parecía avivar los movimientos del muchacho.

Todo fue muy rápido, rápido para él, rápido y poco grato o tal vez sí, en su condición no podía detenerse a meditar sobre lo que acababa de realizar. En tanto ella se sentía muerta, si es que ya no lo estaba. Su cuerpo desgajado y desmejorado yacía frío en el suelo. No, en realidad no estaba muerta, sólo moribunda ¿Cuándo hubiese pensado que así sería el amor que él decía profesarle? Ahora su mirada clara permanecía estática en la parte superior de esa torre a la cual todos los días pasaba a rezarle.

— ¿Te gusta? —. Ella asintió como respuesta refleja antes de sentir ser arrastrada nuevamente hasta el balcón de su habitación — Un año atrás te prometí desposarte — Susurraba elegante, con el cabello dorado siendo mecido por la brisa de la tarde — Tu padre que en paz descanse debe estar contento — sonrió mirándola.

La turbia mirada de la muchacha se desvió hasta el rostro de él y luego deambuló por la estancia casi como un vago ademán de querer escapar, tal vez saltar desde la altura en la que se encontraban, mas llegó a posarse en lo alto de la torre cercana.

— Míralo — Guió el rostro magullado en la dirección en la que se encontraba una calavera colgando de un hasta. La cabeza del único hombre que se negó a la asunción del príncipe que no era descendiente del Rey, aquel hijo bastardo de la reina y del hermano de ésta — Mi señora… os otorgaré permiso para ir a visitarlo — susurró acercando sus labios a los de la muchacha que ya casi ni respiraba, purpúreos labios rozó con los propios y la empujó por el balcón.

jueves, 7 de julio de 2011

Reflejo noctámbulo



Consigna de julio: Peineta.
Para: Adictos a la escritura.
Dibujo y personaje (c) Yo [Edain, todolujurioso, Kelp]


Otra vez de pie, frente al espejo que silencioso te ofrece la imagen más paupérrima de ti antes del amanecer, tras tuyo el humano que duerme tan tranquilo como infante y tú ofreciéndote al silencio noctámbulo. El tintinear de los ordenadores te mantiene consciente de tu existencia, pues si no existieras tal vez no escucharías ese horrible sonido que martillea constantemente en tu cabeza, a toda hora y en todo lugar. Que cansado te encuentras.

Cuando por fin despiertas del profundo letargo, de tus pensamientos, de tus cavilaciones. Tomas la peineta entre tus dedos para enterrarla en tu cabellera y así sonríes para el espejo deslizando los dientes de plástico, triste y macilento.

Me gustas



Consigna de Junio: Marea
Para: Adictos a la escritura.

Escuchó el seguro de la pistola y vio el destello que ésta produjo despertando de la realidad en la que se había sumido por tantos años. El acto, como muchos antes cometidos, había sido consumado por sus manos; manos delicadas y pálidas con delgadas falanges que parecían ramitas a punto de quebrarse.

El arma resbaló de entre sus dedos para caer en el suelo antes de que se escuchara el jadeo grabe del que tenía por delante. Hombre macizo y diestro que se desplomaba como un elefante en medio de una batalla. Cuyos ojos saltones inyectados en sangre no dejaban de mirarla como si la acusaran silente de lo que estaba pasándole. Pobre, la marea bermeja se desplegaba desde el orificio ubicado en el centro de la caja torácica anunciaba que pronto dejaría de acompañarla en esa aventura en la que ninguno de ellos pensó haberse involucrado.

¿Por qué siempre terminaban así sus aspiraciones de romance?

Se inclinó cerca del hombre y le acarició la barba, con dulzura barrió con la mano la capucha que le cubría la corta cabellera antes de inclinarse sobre éste para besar su frente. Que gracioso, era primera vez que veía el cabello de él, hasta ese momento había pensado que sus ojos eran negros y no azul oscuro.

Los dedos de él se enredaron en la larga cabellera rubia de la dama impidiéndole ir más allá de un par de centímetros lejos de su faz, deseaba maldecirla, deseaba que se pudriera y que se la comieran los gusanos, pero… él era el que estaba más cerca de serlo, ¿no?

Ya no quedaba más por hacer, sólo separarse dejando entre los dedos del asesino algunas hebras doradas. Tres balazos más concluyeron con la angustia de verlo sufrir, por lo menos ahora estaría segura de que no lo vería con nadie más, pero… al igual, estaba segura de que le costaría intentar coquetearle a otro desconocido en la taberna de la ciudad.

Guardó su arma en el costado, bajo su chaqueta. Vaya que le había gustado ese moro, hasta le había dicho su nombre, el verdadero, muy a pesar de que a nadie le importara lo que significaba eso.

domingo, 3 de julio de 2011

Tres mini relatos

Manos

Largos y delgados brazos revolvió insistentemente bajo las cobijas, frotaba las manos con la nariz rojiza - Ahhh... - resopló, el aliento se condensaba mientras sus manos volvía a esconder entre las arrugas de la sábana; sus nalgas rozaron el cuerpo vecino y un respingo dio, giró el rostro para fijarlo en su compañero.

Parecía dormido, no había sentido cómo sus nalgas habían topado cierta parte de esa... inmensa... anatomía - Uff... eso estuvo cerca - pensó con una sonrisa en la boca, sonrisa cubierta por la abultada melena en tonos oliva. Entretenido hizo lo necesario para llevar las sábanas blancuzcas hasta cubrir sus hombros y así se escondió por completo luego de hundir la cabeza bajo las cobijas.

Cerró los ojos, después de unos cuantos minutos ni se dio cuenta de que se había adherido al cuerpo contiguo. Buscaba calor, muy obvio si contamos con que en el exterior de tan buen aposento la nieve caía despilfarrándose como si no hubiese mañana.

Rodó en su puesto con el fin de rodear el cuello del otro y rozar el torso moreno con los labios, allí ambos cuerpos quedaron.

Sol coqueto que acariciaba a las pestañas abultadas y tan negras como la anterior velada, pestañeó molesto y abrió la boca para llenar los pulmones de combustible necesario antes de dar una rápida revisada a todo cuanto le rodeaba. Arrugó el puente de la nariz mientras nacía una efímera sonrisa que terminó en casto ósculo sobre la melena que le cosquilleaba la barbilla. Tan perfecto le parecía, delicioso en toda la extensión de la palabra, desde su silueta delgada hasta su aroma embriagante, su voz... su voz era lo que le hechizaba, tanto en público como a solas.

Acarició su espalda, deslizó ambas manos por la espina ajena hasta que se perdieron entre esas nalgas regordetas y atractivas. El cuerpo más bajo se movió entre las sábanas aún adormecido y sólo susurró - Tat... - antes de lamer un diminuto pezón.

Temblor...



Sexo


Los dedos delgados se pegaron al cuello del muchacho y le arrastraron hasta un apartado, largas pestañas se abanicaron con lentitud apabullante observando los ojos oscuros.

Tal vez eso fue lo que creyó ver el menor de edad, no obstante, no reprochó aquella mirada, mucho menos las intenciones más que imaginarias - Ehm... - De pronto sentía la boca seca, tuvo que relamer sus labios, lo que no pasó desapercibido para su acompañante.

- ¿Qué piensas? - Alzó una ceja expectante.

- Nada... tengo sed... - Susurró haciéndose el interesante.

Cortos mechones negros jaló obligando al menor quedar acuclillado, tiró de ellos nuevamente obligándolo a frotar su nariz por la cremallera de su propio pantalón. Lo miró sonriente - bebe... - le invitó bajando el cierre incitadoramente.


Tentación



Caderas adelante y atrás, las piernas seguían el compás. Gotas de sudor recorriendo el cuello y desplazándose en sentido descendente para empapar la camiseta que se adhería a la piel erizada, mejor dicho... a los pezones proyectados justo en su dirección.

Tragó saliva, sonrió bobamente, lo sabía, estaba haciendo el ridículo de pie entre tanta muchachita que coreaba la canción y él... sólo babeaba y babeaba, ¿qué más se podía esperar de un fanático?, claro... que coreara las líricas con las demás en el concierto, no obstante, él sólo pensaba en recorrer su cuerpo.

- Ahhm... mierd... - Los dedos largos llevó hasta su entrepierna y presionó.

Estaba duro, en medio de una multitud de chicas... observando a dios que le excitaba con cada vaivén de su anatomía.


Había escrito estos relatos cortos hacía mucho tiempo y no los había subido xD creo que tendré que escribir más a menudo.

Ryuichi y Tatsuha (c) Maki Murakami

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