martes, 18 de mayo de 2010

Show me love

Tabla: Déjate
Reto: 07. Déjate masturbar.
Fandom: Original [Elias y Martín]
Advertencias: yaoi, incesto, lemon, Mayores de 18 años.
Número de palabras: 714



Advertencia: Relato de temática Yaoi [relación sexual explícita entre dos hombres], incesto, para mayores de 18 años.



Las sensaciones ocuparon todos sus pensamientos, aquel raudal de indescriptibles acontecimientos sucediendo en sus cuerpos era algo que no les permitía hablar. Una cosa era que tuviesen las lenguas entrelazadas u ocupadas en retazos de piel de diferentes partes de la anatomía contraria, otra que estaban tan ahogados de calor que no podrían obligarse a verbalizar pensamientos que ni comprendían en ese preciso instante.

- Ahhh… - mojó el mayor sus labios con la lengua trémula, ya casi acalambrada de tanto deslizarla fuera de su funda natural. Observaba al menor y no lograba comprender cómo habían logrado arrastrarse hasta el cuarto. Diminuto espacio aquel, sólo una litera donde habían de dormir noche tras noche, chistosamente, él siempre dormía arriba.

Meneó su cabeza dejando espacio para que su cuello quedara desprovisto de cuidado alguno, presentado cual bocado delicioso ante el perpetrador. ¿Quién imaginaría que su propia sangre deseaba hacerse de él, de una manera tan imperante? – Ahhh… - jadeó, nervioso, asustado. Aún así sus dígitos no se desprendieron de la camisa de Elías. Ahora que le observaba, parecía estar mucho más nervioso que él mismo - ¿Qué pasa? – llevó su mano hasta la mejilla contraria.

Negó, pestañeó – Nada… - sonó quejumbroso, faltaba saliva en su boca, estaba ahogado. Inclinó la cabeza hasta que la frente se acunó en el vientre contiguo. Sudoroso empapó la camiseta de Martín quien con cariño inédito acarició su nuca.

Segundos que se hicieron tan largos y tormentosos, comenzaba a meditar sobre lo que estaba haciendo, no estaba del todo seguro de seguir adelante, empero los dígitos como tentáculos se enredaban en su corta cabellera y le masajeaban el cuero de la nuca. Ronroneó como un felino, sus dedos resbalaron por los muslos del menor mientras seguía con ese ronroneo, pero su cabeza ni se movía, había muerto en el regazo vecino.

- No es bueno el sedentarismo… ¿sabías? –

El susurro en su oído provocó decaimiento moral, de pronto se sintió acorralado, entre su deseo y su deber; ¿satisfacción o protección?, ¿Qué debía hacer? - … - fue incapaz de hablar, no encontró palabras, tampoco una respuesta coherente a la turbulencia interna que arrasaba su ser.

Comprendía aquella mirada, más bien… la ausencia de la misma, por lo que cogió su rostro y besó su frente, arrastrándolo hasta que quedó sobre el colchón y se acomodó con el fin de alcanzar sus labios. Casto el beso, sutil como caricia sobre el pétalo de una flor, a la vez que su cuerpo se deslizaba como las gotas de agua desprendidas de la ducha. Llegó a sus piernas y alzó la vista. Permiso solicitado por medio de miradas.

Asentimiento con un leve gesto y el cierre bajó, lentamente. Incluso creyó que sintió el sonido de cada diente siendo acariciado por el zipper. Tragó saliva aparatosamente, el contrario no sonreía, sólo estaba serio, concentrado, ¿acaso lo había hecho antes?, giró su cabeza. ¿Desde cuándo estaba tan nervioso, ni que fuese primerizo?, claro, no todos los días te acuestas con tu hermano. Llevó su mano hasta el rostro cuando sintió el cálido aliento de esos labios hinchados de tantos mordiscos que él mismo le dio.

Por Dios, estaba tan duro. Había visto a su hermano sin ropa tantas veces, muchas, casi tantas como se había visto él mismo en esa condición, no obstante, nunca… nunca una erección y ahora… No pudo evitar inclinarse y sentir incluso atracción por esa parte de la anatomía ajena – Nadie lo sabrá… - susurró antes de permitir a su nariz posarse en el miembro robusto, los dígitos se prendieron de los genitales y aspiró hondo el aroma de Elias.

Se sonrojó violentamente, no tanto por lo que hacía, sino porque era… su hermanito… aquel que había recibido en brazos justo el mismo día en que había nacido. Cómo podía ser que ahora estaba justo entre sus piernas, atendiendo sus deseos más ruines… más… - ahhhh… - maldito cuerpo, lo traicionaba, se ponía más rígida esa verga, era casi palpable la esencia que brotaría si ése seguía con las caricias. Le empujó la cabeza y jaló de su calzoncillo enredado entre sus bototos – espera… no es buena idea –

Prensó los genitales del mayor y le observó sentado en el suelo, justo al costado de sus piernas – deja… sólo te masturbaré… -

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me mataste con la imagen x/D
Ahora leerle el relato, pero dios... esa imagen x//x

Dio~

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