sábado, 26 de junio de 2010

Vaivén


Rechinaba, cada vez que él entraba en su cama, ésta rechinaba vigorosa, de pronto sentía como si la misma cobrara vida y les invitara a moverse sobre ella.

- E-espera…

- ¿Algún problema?

Maldito, como siempre se mostraba desnudo, sin reparos. Extendía esos brazos gruesos y dejaba a la vista sus abdominales, gustaba de hacerle enfadar y el otro caía, siempre caía en ese jueguito. Simplemente escondía el rostro y luego su compañero se enterraba en su cuerpo y seguían haciendo rechinar el catre que los mantenía apartados del suelo.

Pero cada vez que sentía que esos labios mudos estaban, con rabia infinita sostenía su mentón y lo obligaba a mirarlo, a veces incluso le daba algunos fuertes golpes que lo descolocaban.

- No lo hagas… ya sabes lo que te pasará si me llevas la contraria.

La voz grave decía al que presionaba las sábanas que se enredaban cual tentáculos por su anatomía.

Quería cubrirse, no quería seguir, mas… de forma inmediata lo asaltaba con besos en excesivo compulsivos, mordía su labio superior hasta el punto de dejarlo hinchado. Lo ahogaba en saliva obligándolo a toser y sólo entonces sonreía para la cama nuevamente mecer.

Una cuna… vaivén tras vaivén… mierda, parecía un crío llorando, babeando saliva propia y la del perpetrador, aún así… cada vez que sus miradas se cruzaban, sonreía, borracho de tanto éxtasis, perdido en un mundo donde ya no sentía dolor, sólo ganas de que siguieran martillando sus entrañas.

Y juntos jadeaban, con los dedos entrelazados y esas sábanas que los abrazaban.

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