Los dedos delgados se pegaron al cuello del muchacho y le arrastraron hasta un apartado, largas pestañas se abanicaron con lentitud apabullante observando los ojos oscuros.
Tal vez eso fue lo que creyó ver el menor de edad, no obstante, no reprochó aquella mirada, mucho menos las intenciones más que imaginarias – Ehm… - De pronto sentía la boca seca, tuvo que relamer sus labios, lo que no pasó desapercibido para su acompañante.
- ¿Qué piensas? – Alzó una ceja expectante.
- Nada… tengo sed… - Susurró haciéndose el interesante.
Cortos mechones negros jaló obligando al menor quedar acuclillado, tiró de ellos nuevamente obligándolo a frotar su nariz por la cremallera de su propio pantalón. Lo miró sonriente – bebe… - le invitó bajándose el cierre.
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