viernes, 10 de junio de 2011

Camile

Hosco observaba la silueta plantada como mota en la escena, la vista entorno paseaba como si buscara algo mucho más apto que hacer que estar parado sin hacer nada, traje militar, botas y una fusta, que herramienta más útil parecía. Entrecerró los orbes al recorrer variadas pictografías acerca de la utilización de dicho utensilio. Regresó la vista hacia las piernas ajenas antes de comenzar a escuchar torrente bocal del ajeno venido y los ojos azulinos yacieron como mariposas sobre los rojizos.

Sonrió al escuchar el asco que le provocaban los pets y es que era de esperarse, todos una manga de buenos para nada, no servían para nada más que para servir pasteles y detallar sus “innumerables” cualidades – Estoy seguro de que sería mucho más gratificante que se los metiera literalmente… señor – dijo cortante, frío y sin rodeos, si tanto hablaba de su odio contra los pets y contra los élite, mejor sería ir directo al grano y no andarse con rodeos, quería joder a los élite, que lo hiciera directamente y no se llenara la boca y la cabeza de ideas vanas que a nada llegaban. Después de todo, qué le importaba a la masa de Élites un simple esclavo entre toda la marejada de ridículos y bonitos objetos de decoración.

Sus nalgas firmes como granita de una muralla comenzaron a moverse en pos de hallar mejor lugar y fue así como las redondeces de su cuerpo encontraron nicho en un asiento, cómodo y de exquisito tapiz. Le quedó mirando directo a los ojos como si no tuviese por qué bajar la vista, como si estuviese con otro de su estirpe - ¿Usted preferiría ser vendido como un trozo de carne? – sonrió – Es obvio que no, pues lo mismo sucede conmigo – el pliegue de su labio denotó inconformidad con su tipo de vida – Haber sido enajenado de mis funciones militares sólo por haber nacido como pet… es lo más irrisorio que podría sucederle a un uniformado – entrecruzó sus piernas de manera quieta y hasta elegante.

Lo observó ponerse de pie, alto y arrogante, en sus orbes podía leer el deseo de ser el más grande. Como respuesta a tal acto, entrecerró los ojos de manera meditabunda antes de sonreír de medio lado mostrando la soberbia característica que corría por sus venas. ¿Libertad?, era lo básico que él podría desear, era algo con lo que todo el mundo nacía y por lo que ni batallaría, él quería más y no iba a luchar por menos.

Movió en círculos uno de sus pies antes de calmar sus pensamientos con el fin de concentrarse en las interrogantes planteadas, le miró serio – Yo no descendí en jerarquía para convertirme en pet… yo lo soy desde que me crearon, no por ello tengo que ser feliz con tal hecho – sonrió - ¿o es que alguien en su sano juicio dejaría el poder para servir a un pobretón? – lo miró entretenido, parecía ser tan grandioso y a la vez sólo un hombre con buena condición física.

También se levantó y deambuló por la sala hasta toparse con una mesa de licores que tranquilamente sirvió en un vaso para comenzar a beber – Qué más da… usted es de los que no haría caso a las palabras de alguien como yo – sonrió antes de elevar la copa ante los ojos del pelinegro – y es por eso que no le temo – dijo fríamente – en lo absoluto – afirmó.

Si algo había aprendido en ese cuchitril era que había muchos ineptos dando vueltas por todos lados, llenándose las bocas de tamañas historias que ni ellos mismos creían, sólo para “encajar” en esa ridícula sociedad elaborada por alguien que no tenía idea de lo que en realidad era la perfección - ¿Sólo libertad podría usted ofrendar a alguien como yo? – sonrió entretenido – hasta yo mismo podría alcanzarla si así lo deseara… - lo miró de pie a cabeza – Entonces… dígame qué más podría ofrecerme un militar con fusta en mano –

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