jueves, 16 de junio de 2011

Kiichi



Dos, tres, cuatro pasos, se escondía de una pareja de oficiales, al parecer lo habían divisado, pues casi nadie cargaba armas, de hecho, nadie lo hacía, mas él se negaba a deshacerse de la katana y las demás, prefería terminar con la vida de esos hombres que sólo cumplían órdenes de alguien más.

Entrecerró los orbes y vio pasar un colibrí, no sonrió, no estaba en momento para tales reacciones, se encaminó cuidadosamente pos el pasillo que había entre dos tiendas cerca del centro y luego rápido se pasó por los puestos.

El aroma a la fruta y las verduras le hizo dar un vuelco, de pronto su cuerpo lo traicionaba haciéndolo perder su objetivo e ir directo hasta donde un hombre no muy amable ofrecía su cultivo. Sintió ganas de comer una manzana, puesto que no tenía demasiado dinero para una cena ni algo más caro. En la pequeña bolsita que pendía de su cinto cogió una moneda y se la entregó luego de escoger la fruta que saltaba a la vista como la más hermosa, así la escondió entre sus ropas y se fue canturreando hasta un apartado.

Dicho sea de paso, que cubierto por un manto florido aquel espacio no lejano se dejaba ver como un pequeño oasis en medio de la ciudad. Se sentó tras un árbol de tronco grueso con la finalidad de no ser encontrado tan fácilmente, cuando de la nada sus ojos se prendieron de una figura cercana, el cabello alborotado molestaba a su rostro, sonrió sin emitir sonido más que el de sus dientes perforando la piel de la fruta, jugosa textura que embelesó sus sentidos.

No hay comentarios:

LinkWithin

Quizá también te interese

.