Tabla: Retos sueltos
Reto: 7. Amor en la basura.
Fandom: Original [Bernardo y Catalina]
Advertencias: Emo
Número de palabras: 508
Oscuros cristales interponíanse entre sus orbes y miradas furtivas de aquellos quienes más le querían. Sonrisa amplia y los abrazos correspondientes, caricias en las espaldas mientras silente avanzaba. Respiraba hondo a la vez que acomodaba su larga cabellera ensortijada, así era como Catalina a su vehículo llegaba. Ya los amigos habían subido y le esperaban, uno de ellos subía el equipaje a la maletera.
Hacía semanas había dejado el país, había corrido con suerte, aún así el tiempo había transcurrido tan lento que se le hizo una eternidad, necesitaba verle, contarle que estaba bien, lo amaba.
No obstante, el que no llegara a recibirla le dejó perpleja, las miradas de sus más cercanos algo escondían, esperó a no hacerse falsos problemas y prefirió mostrarse serena y hasta contenta de que todos ellos estuviesen cerca. Montó en su carro y fue llevada hasta su hogar, donde buenos padres le esperaban con una comida especial
Pero… él no llegaba. De vez en cuando se percataba mirando por la ventana hacia la entrada, justo donde aquel aparcaba su vehículo como si con ello fuese a llegar más rápido – Han sabido algo de Bernardo – preguntó al aire, en melódica voz para que no sonara arrogante.
Se miraron sin contestar, sólo la madre se adelantó para besar su mejilla y acariciar su mollera en un ademán por demás protector – No creo que venga… - susurró antes de sus dedos hundir en la espesa cabellera de la muchacha y pegar su cabeza a la de ella – está algo ocupado estos días –.
Rodó los orbes un tanto desencajada, qué más importante que la llegada de ella, después de tamaña muestra de amor - ¿Qué sucedió en mi ausencia? – la voz tentaba a la pena.
Y así fue como los progenitores comenzaron a explicar que en el corto lapso de tiempo en que ella estuvo de vacaciones, el muchacho fue obligado a casarse con alguien. El dinero, siempre el dinero fue la razón por la que el muchacho enamorado cediera. Muchas personas dependían de su actuar.
A la noche, asistió aún sin invitación a la recepción que se daría en la residencia Ackermann, donde se felicitaba a los recién casados y se les deseaba infinita felicidad. Pues bien, quién podría desearle más felicidad al novio que aquella que por amor salió del país para hacerse un aborto.
Aquel ni tuvo opción de negarse, pues nunca lo supo. Ella no quería arruinar su vida con un “mocoso”, simplemente, Bernardo tenía muchos sueños, sueños tan grandes en los cuales un hijo aún no pintaba, la chica había decidido por el bien de ambos que los descendientes esperaran, sin saber que el futuro en común sería cruelmente truncado.
Pidió explicaciones mas no logró escuchar todo, una bofetada fue lo último que el chico recibió de ella.
Aún el alma de la chica unida a la de él permanecía, invisible nudo que no se rompería ni en las más cruentas batallas de la vida a pesar de que el amor esté tirado en un montículo de recuerdos, ahora basura.
2 comentarios:
Las ironías de la vida, ¿verdad?
Tienes una manera de narrar curiosa. Y ojo, que no digo que esté mal ni nada de eso, sólo que armas las oraciones de manera diferente a la "forma" clásica -para prueba basta leer la primera oración.
Buen relato. Que triste final; lo único que faltó fue la lluvia para volverlo más trágico.
Hola! Muy triste historia en verdad. Coincido con Yoru que escribes de una manera muy particular, pero es interesante (haces que me alegre muchísimo por haberme unido a Retos XD)
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